El desafío para ecologistas y ganaderos, el Puma.

Provinciales-, Grupos conservacionistas, ganaderos y funcionarios de Santa Cruz buscan lograr un equilibrio entre la actividad agropecuaria y la preservación del puma, dado que mientras los ecologistas destacan como virtud su acción depredadora, los productores lo ven como una amenaza a su ganado.

El puma con color, un animal que puede alcanzar los 90 kilos y extiende su hábitat a lo largo de la cordillera de los Andes desde Canadá hasta la Patagonia, es un cazador que tiene un importante rol ecológico como depredador y que, según el Ministerio de Ambiente, está catalogado como especie de «Preocupación menor» en la lista de Categorización de los Mamíferos de Argentina.

En ese marco, desde hace dos años la fundación Rewilding investiga la forma de vida y el rol ecológico que cumple en suelo santacruceño el puma, al que definen como «el arquitecto del ecosistema», con miras a su preservación y la posibilidad de implementar a futuro su explotación turística a través de avistajes binacionales que ya comenzaron en Chile y que buscan unir con el lado argentino a través de su proyecto Parque Patagonia Binacional.

El biólogo Emiliano Donadío, director del proyecto, explicó a Télam que «en Parque Patagonia no estamos evaluando la cantidad de pumas que hay; estamos buscando cómo el puma tiene estos efectos sobre el ecosistema».

«Estamos capturando pumas, poniéndoles unos collares especiales que tienen un GPS con conexión satelital» y de ese modo, con una computadora, cada collar «nos permite conocer cuál es más o menos la ubicación en tiempo real, con cierto delay de 24 a 72 horas», añadió.

Donadío apuntó que «lo más importante es que nos permite obtener periódicamente sus localizaciones» y así, acotó, podemos saber «que el animal pasó mucho tiempo en ese sitio, podemos ir a ver el lugar y determinar qué mató y luego se registran los datos».

«Con 15 ó 20 pumas en tres años es mucha la información que se puede colectar», se entusiasma Donadío.

LA LOGICA DE LA NATURALEZA Y EL DAÑO DEL HOMBRE

La directora de Fauna del Consejo Agrario Provincial, Amanda Manero, resaltó ante consultas de Télam que es «muy importante» el diálogo entre todos los sectores que intervienen porque el puma es considerado «una especie perjudicial para la actividad ganadera».

La funcionaria explicó que por eso «desde el CAP se combate al puma de diversas maneras» y recordó que «hasta hace seis o siete años se recibía un monto en la provincia para control de los depredadores».

Una experiencia que marcó una evolución en la comprensión sobre la presencia del puma es la del guardafauna Héctor «Tito» Almonacid, quien trabajó en distintos parques nacionales y recordó haber pasado por las dos etapas.

«Me formé en la Escuela Agrotécnica Salesiana de Río Grande y ahí teníamos que cuidar nuestro producto del ataque de los pumas. Luego me transformé en conservacionista porque mi experiencia me demostró la lógica de la naturaleza y el daño que hace el hombre», remarcó.

Almonacid explicó que los animales autóctonos fueron reduciendo su cantidad y territorio a lo largo de la historia reciente de Santa Cruz y resaltó que la oveja es el animal foráneo que fue traído a estas tierras desde principios del siglo XX y «la que más daño hace a la tierra con sus pezuñas partidas. También la vaca y, en menor medida, los caballos».

En medio de la resistencia por parte de algunos criadores a cambiar métodos de producción a partir de estudios y no dañar tanto el territorio que, además, padece los embates de la desertificación y el cambio climático, no pocos estancieros consideran a estos emprendimientos de preservación natural como una amenaza a sus ganados.

LA ANECDOTA DE LOS GENDARMES

El proceso para respetar el hábitat de los pumas encima se enfrente a la arraigada cultura lugareña de combatir a este felino por considerarlo una amenaza para las pequeñas economías locales dado que, según los antiguos pobladores de campo, «en una noche puede matar 30 ovejas y ni siquiera las come».

«El peligro es cuando anda la puma con sus cachorros porque les enseña a cazar y las ovejas son más fáciles de atrapar que los guanacos», resalta al respecto la directora de Fauna, Amanda Manero.

Almonacid coincide en que «según lo que aprendan a cazar, lo seguirán haciendo siempre» y recuerda una historia de gendarmes en un puesto en la cordillera que, «cansados de que los pumas les maten los caballos, encontraron la forma de defenderlos poniendo en el grupo una mula o un burro; porque estos se tiran al suelo y les dan patadas, igual que si los tienen cerca. Les hacen frente, no como la oveja o el caballo que solo corre».

Donadío, por su parte, señaló que en la zona «la foránea es la oveja que fue traída de Malvinas y no tiene el reflejo de defenderse, por ejemplo salir corriendo ante un ataque. Permanece quieta en los corrales y el puma, por naturaleza, la cazará».

Los guanacos y otras especies, como comida natural del depredador, son más difíciles de atrapar; aunque «hay muchos menos ahora que históricamente. Se calcula un 5% en la actualidad», añadió.

Estudiar el comportamiento de estos felinos, máximos depredadores y a la vez equilibradores del ecosistema, es una esperanza para mejorar dado que, según Donadío, «con la experiencia previa de estudios realizados en San Juan donde mata vicuñas y la presencia de este felino afecta la vegetación, beneficia a los carroñeros como el cóndor y tiene otros beneficios».

«Estamos viendo si esto se replica en la Patagonia. Por ejemplo, que el puma controle el número de guanacos: irían menos donde se sienten amenazados, allí la vegetación cambia, se recupera volviéndose más compleja y puede albergar otros organismos, insectos, escarabajos, aves pequeñas, roedores de campo, lagartijas y así el puma estaría manteniendo o reforzando la biodiversidad», insiste Donadío.

La bióloga Manero recuerda que «los productores siguen preguntándose si hay alguna otra medida elusiva para evitar la acción del depredador. Tal vez manejando diferente al rebaño de ovejas, encerrándolas donde hay más movimiento de personas, que eso hace en general que los pumas se alejen o por ejemplo con la utilización de perros pastores, bombas de estruendo o algún otro tipo de cosas que eviten la acción del puma como depredador sobre las ovejas».

Almonacid coincide en que «con más movimiento de gente, con más personal en las estancias, los pumas no se acercarían porque son miedosos del humano».

El desafío actual es armonizar la convivencia entre quienes viven de la producción ganadera y quienes conservan con el objetivo de preservar el ciclo de la vida. (Fuente: Télam- El Patagonico)