Regionales-, Desde aves migratorias a insectos, invertebrados, gallineta chica y coipos que lo habitan todo el año, los juncales albergan una rica biodiversidad en constante interacción. En el noroeste santacruceño, conservarlos y restaurarlos es una prioridad para el equipo de rewilding en Parque Patagonia.
Cualquier humedal es el paraíso para todas las especies que habitan en la estepa patagónica.
Un juncal es un tipo de humedal. En él, predomina el junco, una especie de planta que crece por bulbos, de forma vertical. Ese tipo de raíz, que se va extendiendo por abajo, tiene la capacidad de permanecer bajo tierra durante muchos años. El junco sobresale del resto, ya que puede crecer hasta los dos metros de altura. Se mantienen verdes en verano y amarillos en invierno.
Para que crezca el junco necesita una cierta cantidad de agua permanente, por lo que puede crecer sobre todo en terrenos anegados, a orillas del río, donde el río desborda. En Patagonia, esos lugares son bastante escasos “porque dependen de que sea un terreno bajo, que no tengan tanta permeabilidad y que tengan una vertiente que provea de agua de forma permanente, entonces mantiene siempre el mismo nivel del agua” explica Emanuel Galetto coordinador del equipo de rewilding en Parque Patagonia.
Es en los juncales donde distintos mundos convergen, generando características únicas producto de su interacción. Abundan ciertos invertebrados e insectos, que se convierten en alimento de los cientos de aves que habitan la Patagonia y que cada año llegan a anidar a esta especie de refugio natural, como las aves migratorias paseriformes, como el sietecolores o el junquero.
Otros habitantes del juncal, y con los que el equipo de rewilding está trabajando, son el coipo, un roedor semiacuático de gran tamaño, y la gallineta chica, ave de tamaño diminuto y una agilidad increíble.
Cada especie tiene un rol clave en el ambiente donde vive. De hecho, Galetto no duda en describir el coipo como un gran “arquitecto” del humedal, ya que utilizan los juncos para construir plataformas en medio del agua, donde pueden tener sus crías.
Los caminos o claros que el coipo va abriendo en la espesa vegetación, “permiten el ingreso de luz en los sectores más espesos de juncal, aumentando la diversidad de vegetación acuática e invertebrados. Estos claros, que son como extensas galerías, son también utilizados por la gallineta austral, y otras especies, para desplazarse”
Si bien la gallineta, es un ave pequeña que tiene la capacidad de volar, los investigadores pudieron confirmar que “la gallineta en este sector no migra. Todos, o al menos la mayoría de los individuos, hacen frente al frío en el juncal, incluso durante inviernos muy crudos”. El juncal puede ir desde el metro a los dos metros de altura, entonces hay baja probabilidad de que un ave rapaz las pueda ver y depredar desde arriba y al haber agua continua, evita que cualquier mamífero que las pueda depredar, ingrese por abajo. “Están protegidas casi todo el año”, apunta Emanuel.
Entonces, ¿por qué decimos que es un ambiente que está en peligro? Como todos los ecosistemas, la fragilidad de su equilibrio depende de que cada especie que la habita, y si desaparece alguna, comienza la degradación del ecosistema, dejando de ser funcionales.
Los humedales son los lugares más requeridos por la producción ganadera, porque son espacios donde crece mucha vegetación y tienen agua permanente que les sirve para el ganado.
“Cuando llegamos a ‘El Unco’, nos encontramos con que todo este juncal había sido modificado” Resulta que el junco mismo no es tan nutritivo para el ganado, entonces los productores retiran el agua de forma permanente para que prolifere vegetación que sea de más preferencia para el ganado. Otra práctica habitual es la quema de juncales. Las consecuencias de estos procedimientos, son fácilmente visibles.
“En este caso, en particular, había solo ocho hectáreas de juncal visibles”, cuenta Emanuel. “Descubrimos que habían hecho terraplenes cortando el ingreso del agua y habían desviado varias de estas vertientes, en arroyos o canales artificiales, para lograr llevar el agua a sectores donde naturalmente no llegaban”
Entonces, sucede que el juncal no logra recuperarse y se mantiene cortito y en baja densidad. “Al haber menos cobertura de juncal, el agua se evapora mucho más rápido, entonces ya tienen depredadores aéreos o mamíferos que pueden ver con mayor facilidad a las especies que se refugian en él”.
El equipo de rewilding se encomendó a la tarea de conocer cómo recuperar este ambiente. Uno de los primeros trabajos, fue recolectar información de antiguos dueños de la zona, para saber cómo era el ambiente. “Hace unos días vino una persona que había vivido acá hace 50 años. Nos dijo que ahora tenemos la mitad de juncal de lo que había y nos habló de la impresionante cantidad de biodiversidad que existía en ese momento”
El trabajo, que comenzó en el año 2018 en la Estación Biológica El Unco, comienza a ver sus primeros resultados. De las 8 hectáreas de juncal que había cuando llegaron, hoy celebran visualizar unas 30. “Lo que hicimos fue sacar esos terraplenes, que se habían construido y a cerrar los canales que habían sido generados, para permitir el ingreso del agua a esos sectores donde no ingresaba y que el agua permanezca continua y no se siga yendo a lugares donde naturalmente no llegaba”
Algo más que pudieron notar, es que, al ser ambientes modificados, muchas de las vertientes tienen plantas exóticas como la menta y el berro que son sumamente invasivas y crecen sobre el juncal. “Estas plantas se distribuyen en el agua y generan mucha cantidad de raíces y materia orgánica que termina tapando estas vertientes que vienen desde la meseta. Entonces el agua se evapora mucho más rápido, antes de llegar al juncal mismo” Así que, otro de los trabajos que realizan es limpiar cada tanto esas vertientes, para que el agua no se evapore y alcance a generar esos pozones naturales.
“En un año el juncal se recuperó bastante rápido”, se alegra. Un dato importante es recordar que los bulbos de los juncos, estaban “debajo de la tierra, sobreviviendo”.
Fue necesario conocerlos, para saber de qué forma comenzar a cuidarlos. Casi como una metáfora, que nos ayuda a entender la importancia del famoso y delicado equilibrio en el que todas las especies coexistimos y de donde necesitamos que no desaparezca ninguna.