Provinciales-, Argentina es uno de los destinos más visitados de Sudamérica y prueba de ello, es la reciente publicación de la prestigiosa editora de guías de viaje “Lonely Planet”, que enumeró los doce principales lugares que hay que conocer en nuestro país: uno de ellos, en el noroeste santacruceño.
“Cueva de las Manos es uno de los sitios excepcionales de conservación del arte rupestre del período de los cazadores recolectores. Además de que todo el entorno del río Pinturas es un paisaje maravilloso.”
El que habla es Carlos Aschero. Arqueólogo, antropólogo e investigador del CONICET, licenciado en Ciencias Antropológicas, con orientación en Prehistoria y Arqueología, con más de medio siglo de aportes a esa disciplina en la Patagonia. Qué voz más autorizada que la suya para hablar de los tesoros que deslumbran a cientos de turistas de todo el mundo, que viajan año tras año para ser testigos de esta historia Patrimonio de la Humanidad, resguardada en la roca.
El arte rupestre de Cueva de las Manos tiene una antigüedad de —por lo menos— 9400 años y es uno de los sitios de la Argentina, con más reincidencia de pinturas sobre pinturas. “Es lo que yo llamo, una suerte de archivo de la memoria de los cazadores recolectores”, explica el investigador. “Hay mucho arte rupestre en Santa Cruz, no solo en la zona del río Pinturas. De hecho, en la zona cordillerana, en toda la zona oriental de la meseta del Lago Buenos Aires. A unos 120 km de distancia lineal, desde Cueva de las Manos, siguen las que se hicieron en el Cerro Casa de Piedra, en el Parque Nacional Perito Moreno. Después sigue Cueva Grande y más allá el Charcamata”.
En 1973, junto a Carlos Gradín (agrimensor y arqueólogo argentino), Aschero realizó la primera campaña en Cueva de las Manos, que repetiría en los años 75’ y 76’. “Sabemos que por lo menos hay cinco series de escenas superpuestas de tiempos distintos” Los negativos de manos son una de las características más destacadas del arte. En su mayoría se trata de negativos de manos izquierdas de ambos sexos; las hay de adultos, jóvenes y también de niños pequeños.
Sobre lo que cuentan estas pinturas, es interesante conocer que, según el arqueólogo, es después de una erupción muy fuerte del volcán Hudson, que ocurrió alrededor de los 6800 años, donde “se cortan los estilos de Cueva de las Manos”, de escenas tempranas y aparecen estos estilos “donde el eje de la parte simbólica tienen que ver con la reproducción del guanaco, que tienen relación con el renacimiento de la gente, de las especies. Algo que tiene que ver con la muerte y que creo que, de alguna forma, se trata de algo que impactó en sus vidas, después de esas erupciones volcánicas. Eso ocurre en Cueva Grande y vuelve a ocurrir Alero Charcamata”.
Se dice que en la provincia, son alrededor de 80 aleros que resguardan impresiones de hace miles de años, de estas poblaciones. Aunque, para el arqueólogo, “si contamos los restos de campamentos con artefactos líticos en superficie, seguramente son más… bastantes más. Pensá que no son solo los campamentos residenciales con arte rupestre, sino otros sitios espacialmente más restringidos, de actividades específicas (faenar y trozar una presa, cortar gramíneas para revestir los pisos de cuevas y aleros, cómo “manteles” o como camas)… y a lo largo de 10.000 años”
¿Y aún queda mucho por descubrir? Aschero no lo duda: “Santa Cruz es privilegiada con la cantidad de sitios de arte rupestre que tienen. ¡Si hicieras el viaje que hacía Perito Moreno a Gregores, y vieras la cantidad de cuevas y aleros que se ven en las estancias! Hay años y años de trabajo para la gente joven”.
Con toda una vida dedicada a la maravillosa experiencia de estudiar el pasado a través de los restos de la cultura material, hay algo que lo entusiasma de las nuevas generaciones de colegas, y es que “hay una continuidad del trabajo y me emociona mucho. Sobre todo, ver que los dos grupos con los que trabajo (el de Antofagasta y el de Río Pinturas) se están preguntando por la gente detrás de los vestigios arqueológicos”. Esa ‘vuelta social’ de la arqueología es algo que lo entusiasma.
No resulta llamativo, entonces, el hecho de que los ojos del mundo se hayan posado en estas latitudes, posicionando al Patrimonio de la Humanidad como uno de los destinos preferidos, con cientos de personas deseosas de conocer los misterios y la belleza de Cueva de las Manos y el paisaje circundante casi oculto.
“Para los aimaras, el pasado es lo que está delante de uno, no el futuro. Porque nada podés hacer por el futuro si no manejas tu propio pasado”. Aschero encuentra así, en la filosofía de las poblaciones del altiplano, una explicación sobre la vitalidad de estas expresiones primitivas cada día más apreciadas por los medios especializados y los visitantes de todo el planeta.