Sociales-, La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y los Programas de Sustentabilidad son pilares fundamentales en el mundo corporativo contemporáneo. Cada vez más, las empresas son vistas no solo como entidades económicas, sino como agentes de cambio que tienen el poder de influir en las comunidades, el ambiente y la sociedad en general. Sin embargo, cuando hablamos de la duración de estos programas, surge una pregunta clave: ¿Cuánto tiempo deben mantenerse estos esfuerzos para que se consideren verdaderamente responsables? ¿Y qué sucede si, en algún momento, se interrumpen o se dejan inconclusos? ¿Eso significa que la empresa no fue responsable?
¿Qué es la Responsabilidad Social Empresarial (RSE)
La RSE hace referencia al compromiso de las empresas de operar de manera ética y contribuir al desarrollo económico mientras mejoran la calidad de vida de la fuerza laboral, sus familias, la comunidad local y la sociedad en general. En el ámbito de la sustentabilidad, la RSE incluye acciones orientadas a preservar el ambiente, promover la equidad social y fomentar el bienestar económico de todas las partes interesadas.
Los Programas de Sustentabilidad, por su parte, se enfocan principalmente en la gestión de recursos para garantizar que las actividades empresariales se desarrollen de manera que no comprometan las necesidades de las generaciones futuras. Esto involucra prácticas responsables en cuanto al consumo de energía, manejo de residuos, uso de materiales renovables y minimización de la huella del negocio.
El Tiempo: crucial en la RSE
Uno de los factores determinantes en el éxito y la evaluación de la RSE y los Programas de Sustentabilidad es la variable tiempo. La RSE no es una moda pasajera ni una acción que se realiza en el corto plazo con fines publicitarios. Para que estos programas sean efectivos y genuinos, deben ser sostenibles en el tiempo y generar un cambio real en la sociedad y el medio ambiente.
¿Debe existir un principio y un fin para los programas de RSE?
La respuesta corta es: no necesariamente. Los programas de RSE deben estar diseñados con una visión a largo plazo. Aunque muchas empresas pueden tener campañas o iniciativas específicas con fechas de inicio y cierre. Los valores insertos en la responsabilidad social deben ser parte integral de la cultura organizacional y no algo temporal. La RSE no debe depender de un calendario o de intereses coyunturales; es una estrategia que debe permear las decisiones diarias de la empresa y mantenerse vigente mientras la empresa exista.
Sin embargo, hay ocasiones en las que ciertos programas pueden tener un fin específico debido a un cambio en las prioridades de la empresa o a la conclusión de un proyecto particular. Por ejemplo, un programa específico de educación para una comunidad podría concluir una vez que se hayan alcanzado los objetivos planteados. Esto no implica que la empresa haya dejado de ser responsable; simplemente, es una adaptación o culminación de una iniciativa concreta dentro de un marco más amplio de acciones responsables.
¿Qué determina la finalización de un programa de RSE?
La finalización de un programa de RSE debería basarse en la evaluación de sus objetivos. Si un programa tiene una meta específica, como mejorar el acceso a agua potable en una comunidad, su finalización no debe ser vista como un abandono, sino como un éxito al cumplir con los resultados previstos. Sin embargo, lo que marca la verdadera responsabilidad de una empresa es si se compromete a sostener el impacto positivo logrado a largo plazo y si sigue buscando nuevas formas de contribuir al bienestar colectivo.
En algunos casos, la interrupción o discontinuidad de un programa de RSE puede ser necesaria, pero debe estar. Sin embargo, lo que no debería ocurrir es que estos programas sean descontinuados de manera arbitraria o sin explicar cómo se sigue abordando el impacto social o ambiental.
¿Es RSE solo un compromiso a corto plazo?
Esta es la cuestión de la autenticidad de la RSE. Si una empresa establece un programa de sustentabilidad o responsabilidad social, pero lo abandona tan pronto como pierde visibilidad o rentabilidad, se podría cuestionar si realmente fue un compromiso genuino. La responsabilidad social no debería depender de la exposición mediática ni de los beneficios tangibles inmediatos; debería formar parte de un compromiso ético y a largo plazo.
Interrumpir un programa o dejarlo sin efecto puede implicar que la empresa no asumió completamente su papel en la sociedad. ¿Realmente fue responsable una empresa que detuvo su inversión en un proyecto de impacto social o ambiental tan pronto como dejó de ser rentable? Es un hecho importante porque, en muchos casos, el impacto más significativo de estos programas no se ve de inmediato. La verdadera responsabilidad social empresarial debe implicar la disposición de invertir tiempo y recursos a largo plazo, sin depender exclusivamente de la rentabilidad inmediata.
Consecuencias de abandonar programas de RSE
Cuando los programas de RSE se interrumpen abruptamente o se abandonan, las consecuencias pueden ser diversas. Desde el punto de vista de la reputación, una empresa podría enfrentar críticas por no ser coherente con sus valores. Además, podría perder la confianza de sus empleados, clientes y la comunidad. La credibilidad es un aspecto esencial en cualquier programa de RSE, y la falta de continuidad puede resultar en desconfianza, sobre todo si la comunidad o el entorno no perciben un esfuerzo genuino por parte de la empresa.
Por otro lado, el impacto social y ambiental puede ser interrumpido, lo que hace que los resultados positivos de los programas sean insostenibles. Esto afecta no solo a la comunidad beneficiada, sino también a la visión de futuro de la empresa como un actor responsable dentro del tejido social.
Si los programas de RSE se interrumpen o se dejan sin efecto, la verdadera responsabilidad de la empresa queda suspendida. La empresa no solo debe pensar en la rentabilidad o en los beneficios inmediatos, sino también en la sustentabilidad de sus acciones y en el impacto a largo plazo que sus decisiones tienen en la sociedad y el ambiente. La RSE, más que una acción puntual, debería ser un compromiso continuo con el bien común.
