De Misiones a la estepa: la ruta de Fabián para cuidar la fauna silvestre

Santa Cruz-, Desde la estación biológica El Unco, Fabián Oswald se encarga de la logística del traslado de animales silvestres. Su trabajo sostiene, lejos del foco, los operativos de conservación de fauna en la estepa patagónica.

Todavía es de noche cuando Fabián enciende el motor de la camioneta. Afuera, el frio corta como una cuchilla y el silencio de la estepa lo envuelve todo. A lo lejos, entre sombras, se adivina la silueta de un corral que construyeron semanas atrás, en el corazón del cañadón Caracoles. En unas horas, el equipo liberará coipos en el río.

En la estación biológica El Unco, las jornadas empiezan con el mate humeando, la lista de materiales repasada una y otra vez, y la logística funcionando como un engranaje silencioso que hace posible lo que parece imposible. Desde ese lugar se organizan los operativos que devuelven animales silvestres a territorios donde ya no estaban. Capturas, traslados de miles de kilómetros, encierros diseñados a medida. Todo eso necesita ciencia, sí, pero también tornillos, planos, correas, madera, soga. Y gente como Fabián.

A simple vista, el foco en este tipo de labores suele ponerse en los científicos, pero detrás de cada decisión biológica hay una estructura que se arma con manos firmes y conocimiento del terreno. Ahí, entre planillas, herramientas y días de viento patagónico, aparece el trabajo que realiza Fabián, muchas veces invisible.

“Trabajo en la Estación Biológica de Parque Patagonia, ubicada sobre el margen del Cañadón Caracoles. Mi rol es brindar apoyo logístico y operacional al equipo de conservación”, explica Fabián Oswald. Su tarea —y la del grupo que coordina— abarca desde el mantenimiento de la infraestructura y la provisión de insumos, hasta el diseño y la construcción de corrales, trampas y cajas de transporte adaptadas a cada especie.

“Antes de empezar en esta área pensaba que la conservación era solo para biólogos, guardaparques o gente con carreras afines. Pero me di cuenta de que todos podemos y debemos hacer conservación”.

El equipo que conforma El Unco es tan diverso como necesario. Ahí conviven biólogos, veterinarios, comunicadores, técnicos, logísticos. Cada uno aporta desde su lugar con un objetivo común, el de crear áreas protegidas donde las especies puedan vivir con sus ciclos completos. Y eso, en zonas remotas y con condiciones extremas, exige pensar mucho más allá del escritorio.

Diseñar con las especies en mente

Cuando un operativo involucra fauna silvestre. Cada animal necesita una estructura específica que permita garantizar su bienestar, reducir el estrés y facilitar un traslado exitoso. Fabián lo resume con claridad: “Debemos escuchar y entender las necesidades de cada especie, las dificultades del terreno donde se va a trabajar y la comodidad de las personas que realizan la tarea”.

Así, por ejemplo, se diseñó un tráiler especial para guanacos, capaz de transportar grupos familiares completos con espacio para moverse y la posibilidad de intervenir individualmente si es necesario. En el caso de los choiques, se utilizan cajas individuales. Para chinchillones y coipos, se desarrollaron cajas cómodas, seguras y fáciles de trasladar. Nada queda librado al azar.

“Cada especie tiene requerimientos distintos: sociales, de comportamiento, de época reproductiva. Y eso nos guía. Buscamos siempre hacer el manejo lo más rápido y respetuoso posible”, explica Fabián.

En esa línea, una de las experiencias más exigentes y memorables fue el arreo y traslado de guanacos hacia la provincia de La Pampa, un operativo inédito que requirió meses de trabajo, pruebas y adaptaciones sobre la marcha.

“Los guanacos son animales increíbles, fuertes, con dependencia social y temperamento únicos. Hubo muchas pruebas para lograr que las mangas funcionen y sean las adecuadas, meterlos al tráiler y poder transportarlos miles de kilómetros”, recuerda.

En una de esas travesías, en plena noche y en medio de la nada, se rompió el eje del tráiler. Adentro, los guanacos esperaban. “Veníamos cansados de días de arreo. Pero pudimos reaccionar bien y rápido. Cada miembro del equipo ayudó sin problemas y resolvimos todo en pocas horas. Cuando llegamos a destino, en la provincia de La Pampa, los liberamos en un corral. Salieron todos juntos y se los notaba bien. Verlos en un lugar de donde habían desaparecido, sentir que estás ayudando a que una especie retorne a su hábitat, es muy gratificante”, dice Fabián.

Identidad, territorio y futuro

Aunque nació en Misiones, Fabián vive hace años en Perito Moreno junto a su familia. En Santa Cruz encontró su lugar, y también un propósito. “Nunca imaginé que iba a estar ayudando, desde algo que me apasiona como la construcción y el manejo de vehículos, a conservar y recuperar poblaciones de especies silvestres en la provincia, en Argentina y hasta en Chile!, donde hemos translocado choiques para apoyar un programa de reintroducción en el Parque Nacional Patagonia”.

Su historia, como la de tantos otros que hacen posible la conservación en la Patagonia, muestra que para sostener los proyectos más innovadores, además de la ciencia y las ideas, se necesitan manos capaces de hacerlas realidad.

“El trabajo en equipo y la garra que le pone cada compañero es algo que valoro mucho. Hay días de viento, nieve, frío, pero todos estamos ahí, tirando para el mismo lado”, dice y agrega que “apoyar la creación de áreas protegidas vinculadas a la comunidad y al turismo, sabiendo que estoy poniendo mi granito de arena para combatir la extinción y el cambio climático, es lo que quiero seguir haciendo”

Entonces, ahora, con cada imagen en la que veamos científicos trabajando con fauna en ese rincón de la estepa, también podremos ver un pedazo de esa convicción que abraza Fabián. Porque mientras otros observan a la fauna, él se ocupa de que todo lo demás funcione.

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