Provinciales-, Santa Cruz es una provincia que posee valiosos ecosistemas como los glaciares, la estepa y el mar, a los que celebramos en el Día de la Tierra. Especialistas en la materia opinan sobre cómo y por qué es necesario protegerlos.
Si hay una celebración que, sin dudas, podemos mencionar como global, es el Día Internacional de la Madre Tierra que se conmemora cada 22 de marzo. Sin embargo, sigue siendo la mirada local, la perspectiva que tenemos —y los cambios que podemos hacer— desde el lugar donde habitamos, los que pueden verdaderamente ayudar a la preservación de la biodiversidad que afecta y forma parte de nuestras vidas; la veamos, o no.
En Santa Cruz, existen variados y valiosos ecosistemas: la estepa, el mar y los glaciares, se ven, en la actualidad, afectados por el fenómeno del cambio climático, lo que implica retrocesos y modificaciones que, en algunos casos, pueden ser irreversibles.
Pero, ¿qué ocurriría si no existieran?
Crisitan Lagger, científico con vasta experiencia en las profundidades patagónicas (Investigador del CONICET, Explorador de National Geographic y asesor científico de la Fundación Por El Mar) habla de la enorme importancia que tiene su materia de estudio: “El océano es como un gran conector de toda la vida a nivel del planeta. Lamentablemente, muchas veces tenemos una ceguera oceánica que nos impide visibilizar esta profunda conexión que tenemos con el océano”.
“Los bosques de macroalgas son uno de los ecosistemas más productivos del planeta y más bio diverso. Al igual que ocurre en los bosques terrestres, la estructura tridimensional de los bosques de macroalgas (que pueden llegar a medir más de 20 metros) sustentan un enorme número de especies: brindan refugio, funcionan como zonas de cría, de guardería, áreas de desove; promueven significativamente el reclutamiento de una gran cantidad de organismos”.
Lagger explica que debido al aumento en la temperatura del agua por el cambio climático, “en los últimos 50 años se han reducido, a escala global, aproximadamente el 38% de este ecosistema en el mundo”. Su retroceso reviste gravedad porque, “además de que pueden perderse una gran cantidad de especies, los bosques sumergidos contribuyen especialmente a mitigar el cambio climático, como almacenes de grandes cantidades de carbono”.
“Buceando en estos bosques uno va descubriendo muchas especies asociadas (peces, moluscos, crustáceos, mamíferos, equinodermos) que habitan en ellos y donde tienen zonas de reproducción y crianza. De esta manera, logramos dimensionar la enorme importancia que tienen a la hora de estructurar la biodiversidad a nivel oceánico: todo está conectado con todo, por eso, en este día tan especial, yo invito a pensar en esa enorme integración biológica”.
Junto con la Fundación Por El Mar, Cristian se encuentra estudiando principalmente los bosques de Tierra del Fuego y Santa Cruz. “Me encanta poder ir a lugares como el Parque Nacional Monte León o el Parque Interjurisdiccional Marino Isla Pingüino, para poder visibilizar estos ecosistemas”. El experimentado buzo opina también que es una responsabilidad de los divulgadores científicos “interpelar a la gente y dar a conocer ciertos ecosistemas que directamente impactan sobre nuestra vida”.
En ese sentido, la protección de los océanos es un objetivo claro: “Los bosques marinos son uno de los ecosistemas menos perturbados de la tierra: tenemos la responsabilidad de desarrollar planes de conservación y, para eso, utilizamos a la ciencia, para que nos brinde las herramientas necesarias de conocimiento para su conservación”.
Sobre el valor que tiene la estepa patagónica opina Germán Montero, director de la Asociación Ambiente Sur: “La estepa es un ambiente poco conocido y poco valorado pero, a su vez, muy importante para el sustento tanto de la biodiversidad como de las personas”.
Es que, similar a la idea que explicaba Lagger sobre el ecosistema marino, Germán opina que existe una percepción sesgada de lo que es la naturaleza: “Muchas veces la visión que tenemos de la naturaleza es un árbol grande o un bosque, y no prestamos atención a la estepa, que es un sostén de biodiversidad. Nosotros adherimos a la frase del Perito Moreno que dice: ‘En la humilde aridez de la estepa se esconde la vida’, porque realmente es mucha la vida que se sustenta. Es un ambiente clave para una gran cantidad de especies que no podemos dejar que se pierda”.
Montero cuenta que en este momento se encuentran trabajando en la iniciativa Re Estepa, que busca la revalorización del ecosistema, desde las ciudades: “Empezado con Río Gallegos, trabajamos en la revalorización, el rescate, la restauración y la reconexión con la estepa, un ambiente que, además de todos los beneficios que brinda, es muy importante para la mitigación del cambio climático. En este proyecto tratamos de reconectarnos, de generar un circuito virtuoso para que no se pierdan estos pequeños ambientes, en una ciudad que está creciendo”.
En ese rescate de la espeta que lleva adelante, vienen trabajando fuertemente con dos especies emblemáticas: “el conocido macá tobiano —en peligro crítico de extinción— y otra especie clave de la estepa patagónica como es el chorlito ceniciento, un ave playera muy poco conocida, y que probablemente también sea categorizada en un futuro como en peligro de extinción, debido a su bajo número poblacional. Estas son sólo dos especies de las tantas que se esconden en la estepa, pero creemos que pueden ser banderas para lograr que se tenga más conciencia de la necesidad de conservación”.
Los glaciares, por su parte, también se encuentran bajo las consecuencias del cambio climático. Semanas atrás, el Ingeniero Pedro Svarka, brindó una charla abierta sobre la situación actual del Glaciar Perito Moreno, en donde expuso que en los últimos tres años, el Glaciar “adelgazó 15 metros”.
Según un estudio expuesto por el glaciólogo, debido al aumento de temperatura y derretimiento del hielo, el glaciar está perdiendo masa, “por lo que se debilita y termina cediendo ante la presión del agua que está por debajo. Los glaciares de desprendimiento en la Patagonia son sensibles a pequeñas variaciones en la presión del agua basal, cuando el glaciar se encuentra cerca de la línea de flotación”, lo que tiene como resultado la fractura del hielo.
La superficie del glaciar es otro indicador de la influencia del cambio climático: la nieve acumulada durante los últimos inviernos no llega a compensar las pérdidas de hielo producidas por desprendimiento o fusión. “Si sigue aumentando la temperatura, el Glaciar va a continuar adelgazando, es inexorable”, concluye Svarka.
La tierra, ya sea a escala global o local, compone un todo que necesita de cada uno de los elementos que interactúan y conviven en la naturaleza. La tierra santacruceña es estepa, es glaciar y bosques sumergidos: su presencia y conservación colaboran a que la vida humana siga formando parte de ese todo. (Créditos: Asociación Ambiente Sur y Cristian Lagger )