En zona norte hay 29 tobilleras colocadas a violentos de género

Provinciales-, La mayoría las tienen agresores de Caleta Olivia. Otras en Puerto Deseado y en Pico Truncado. La reflexión de Bárbara Rapetti, la primera santacruceña en acceder a este sistema de protección..

En toda la zona norte de la provincia de Santa Cruz hay 29 dispositivos duales funcionando actualmente. Se trata de una herramienta de tobillera y botón anti-pánico que se aplica en casos de violencia de género y sirve para resguardar la integridad de las víctimas y garantizar el monitoreo de los agresores.

De ese total, 27 sistemas están dispersados en exparejas de la localidad de Caleta Olivia, otro fue destinado a Pico Truncado y otro más se encuentra en funcionamiento en la ciudad de Puerto Deseado. Desde su presentación, hace menos de dos años, son muchas las mujeres que fueron protegidas por este sistema.

Cabe recordar que a fines de septiembre del año 2020, el Gobierno de Santa Cruz, a través del Ministerio de Seguridad, y de manera conjunta con el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, inauguró las oficinas de sistemas duales de supervisión en la ciudades de Río Gallegos y Caleta Olivia.

¿Cómo funciona?

Los dispositivos duales son una herramienta tecnológica de verificación de presencia y localización, compuestos de tres elementos: dos dispositivos con el sistema de GPS, uno se le da a la víctima y otro al agresor; y también una tobillera electrónica que va unida al cuerpo del agresor.

Como se planteó anteriormente, éstos son aplicados en exparejas marcadas por la violencia de género. Cuando comienzan a funcionar son monitoreados permanente a través del personal capacitado que pertenece al Comando Radioeléctrico de la localidad caletense. De este modo, garantizan el cumplimiento de las medidas judiciales dictadas por la Justicia.

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En este sentido, el diario La Opinión Zona Norte habló con Bárbara Rapetti de Puerto Deseado, que es la primera mujer que “se sintió protegida” por este sistema. El 17 de noviembre, personal policial del Comando viajó para concretar el pedido que había surgido desde el Juzgado. La mujer lo usó por seis meses y su primera apreciación es que le cambió la vida de manera significante.

Falta mucho sistema y respeto por las leyes para que dejen de matar mujeres

Su caso llegó a tomar transcendencia a nivel provincial, debido a los momentos violentos que la joven vivió a causa de su expareja -y padre de su hijo-. Fueron cinco años constantes de maltratos, después de finalizada la relación. La última vez que la atacó, fue en la vía pública, cuando le robó el celular y la “escrachó” en redes sociales con conversaciones distorsionadas, amenazándola de muerte.

En ese tiempo, un grupo nutrido de mujeres salió a las calles de la ciudad portuaria y pidió medidas por parte del juez Oldemar Villa, que está a cargo del Juzgado de Instrucción Penal local. “Fue una locura despertarme un día y recibir todo el apoyo de un montón de mujeres”, contó Bárbara en aquel momento a este medio.

Y había manifestado: “La verdad que la pasé tan mal. Yo quería irme de Deseado, cuando salí del Juzgado pensé yo me tengo que ir de acá porque este chabón no se va a relajar nunca, senté a mi familia y les dije que quería huir. Conociéndolo sabía que no se iba a detener, siempre me dijo que me salvaba nuestro hijo porque sino me mataba”.

“Falta mucho”

Bárbara volvió a hablar con La Opinión Zona Norte y consideró que debe haber cambios en la cuestión de estos casos. “Hoy solo puedo decirte que hay que hacer un ajuste en las leyes, que se debería exigir reformas o que por lo menos se cumplan las normas vigentes que corresponden a la violencia de género”, explicó.

Y continuó: “Tuve el chip anti-pánico varios meses y me sirvió muchísimo, eso es verdad, porque me ponía en alerta siempre y cada vez que lo escuchaba que sonaba. Sin embargo, hubo veces que por más que sonaba la Policía tardaba mucho tiempo en llegar al lugar”.

En una oportunidad su agresor tuvo tiempo de ir hasta casa de la mujer y se llevó al hijo que tienen en común. “Hizo unas cuadras para que mi hijo vea a sus abuelos paternos y lo devolvió después de interminables minutos”, comentó, recordando un mal momento que pasó teniendo el sistema dual a sus disposición.

Además, comento que después de realizar el curso de la Ley Micaela entendió que hubo muchos artículos que “se pasaron por alto” en relación a su caso. “Nunca le hicieron multas por todas las veces que se acercó o volvió a amenazar, ni por haberse llevado al nene esa vez, ni por los escraches que me hizo en las redes sociales. El juez de acá (Oldemar Villa) nunca hizo nada en contra de él”, agregó.

Aunque destacó que su presente es de pura felicidad. “El agresor se fue de la localidad. Hoy puedo caminar tranquila, hace un mes o menos recibí una última amenaza por parte de él, ya que se enteró que tengo la patria potestad total de mi hijo, pero para que esto pase, tuve que poner abogados y se tardó muchísimo”.

“Agradezco haber tenido el botón anti-pánico, porque me ponía en alerta, aunque no era agradable andar con un aparato, depender de él, de que suene y la Policía nunca llegue. Considero que falta mucho sistema, tecnología y respeto por las leyes para que dejen de matar mujeres”, cerró Bárbara Rapetti en diálogo con La Opinión Zona Norte. (La opinión Austral)