Regionales-, El noroeste santacruceño ofrece caminos que son un atractivo para los aventureros de todo el mundo. Algunos, especialmente diseñados para quienes deseen recorrerlos en bicicleta y generar una experiencia más profunda y difícil de olvidar.
Luis “Lufe” Felipe inició su cicloviaje patagónico desde Brasil. Martina, de Uruguay, se le sumó en el invierno barilochence. Salieron de allí en noviembre rumbo a Ushuaia, en un viaje iniciático por la región y con una parada intermedia más extensa donde recorrieron el Parque Nacional Los Alerces.
“Buscando información antes de salir de Uruguay, Martina supo de la existencia del Parque Patagonia. Vio una foto de Tierra de Colores y supo que tenía que ir. Por eso lo incluimos en nuestra ruta. La verdad es que fue mucho más impactante aún en persona”, cuenta “Lufe”.
El Parque Patagonia se encuentra al noroeste de Santa Cruz, una de las provincias argentinas con menor densidad poblacional. Tierras en donde el “por ahí no hay nada…” se traduce en enormes extensiones de naturaleza virgen, en geografías intensamente agrestes y en las que es mucho más probable cruzarse con grandes manadas de guanacos, choiques, cóndores, que con algún otro ser humano.
Lo que tienta a los amantes de la bici de todas las latitudes a incluir el noroeste de Santa Cruz en sus recorridas patagónicas, es la posibilidad de crear sus propios circuitos, atravesando valles, estepas y cañadones y encontrando animales en estado salvaje durante la travesía, una invitación a descubrir, disfrutar y redescubrir su belleza única.
Martina y Luis llegaron al Portal del Cañadón Pinturas luego de un largo tramo desde Perito Moreno. Exhaustos por la travesía larga desde Perito Moreno, llegaron al camping, un antiguo puesto reconvertido en área pública de acampe con servicios. “Lo inolvidable para quién viaja en bicicleta es el hermoso refugio del camping. Sus comodidades en el punto en que se encuentran fueron un hermoso regalo, construido entre tan imponente naturaleza”, resalta la uruguaya.
El Cañadón Pinturas los sorprendió por “la belleza de ir por allí para llegar a la Cueva de las Manos. Realmente increíble paisaje al que se llega por un amigable sendero”. Recorrerlo en bicicleta, sin duda, obsequia una de las mayores sensaciones de libertad.
ransitar los senderos de este portal es hacerlo por una escenografía de cuento entre cerros amarillos, rosados y ocres, con la sorprendente particularidad de estar en medio de la estepa patagónica, lo que hace a la experiencia aún más extraordinaria.
“Queríamos llegar hasta La Señalada, pero viendo las subidas que había en el camino, desistimos. Sobre todo porque el tramo siguiente sería también largo y exigente. Había que guardar energía”, se lamenta la ciclista. “Será para una próxima visita con más energía y tiempo para poder hacer todos los senderos”.
Las personas viajeras lo llaman “La Magia del Camino”. Se trata de esa que aparece para sorprender y crear situaciones únicas, como las que vivieron Lufe y Martina en esta bicicleteada internacional. En el noroeste de Santa Cruz, esto se traduce en la posibilidad de adentrarse en espacios tan extensos como inabarcables para la vista, y descubrir vida silvestre, observable y mansa en cada pausa, enmarcada en cielos infinitos, amaneceres y atardeceres de colores, donde el horizonte parece besar los cañadones ocultos, lagos y lagunas.
Luego de su paso por Parque Patagonia, siguieron adelante con una hoja de ruta bien marcada y previsión de algunas paradas y desvíos, pudieron llegar a Ushuaia. “Ahora estamos volviendo a nuestros países, haciendo un poquito de costa en la provincia de Buenos Aires. Respondiendo desde Pehuén Có. Recibiendo felices el calorcito en nuestros cuerpos después del frío Patagónico, pero atesorando los recuerdos y experiencias del viaje lento, en la Patagonia intensa”
La invitación está hecha. La Patagonia y especialmente Santa Cruz en el noroeste, es garantía de experiencias inolvidables y la recurrente sensación de siempre, querer volver.