Nacionales-, En medio del reclamo que desde el Sindicato Petrolero y Gas Privado de Santa Cruz iniciamos contra la operadora estatal YPF, su presidente Guillermo Nielsen renunció. Es un hecho significativo que demuestra que teníamos razón en nuestro análisis. YPF está atravesando una crisis profunda en lo económico y en toda su estructura administrativa interna. Por eso, es importante que el gobierno nacional entienda la gravedad del asunto y actúe en consecuencia.
La empresa necesita autoridades que conozcan la industria y los problemas que tenemos que afrontar a diario. Presidentes, directores, gerentes que recorran los pozos, los equipos y dialoguen con todo el sector. Y lo más importante, que escuchen a las pymes y a los delegados y trabajadores petroleros en todo momento. Tienen que amar a YPF y defender la producción hidrocarburífera.
La operadora estatal tiene una deuda importantísima con los trabajadores de Santa Cruz que no puede desconocer. Necesitamos que revierta su posición en la provincia de manera inmediata. En nuestro territorio cuentan con el yacimiento convencional más importante que tienen en el país, y lo han abandonado de manera deliberada. No podemos seguir así, es notable la caída de producción y de reservas a la que llegaron, la baja de actividad, la paralización de las perforaciones, la eliminación de cuadrillas y la falta de remedación ambiental que existe.
Insisto en algo que he dicho públicamente en muchas oportunidades: YPF soportó en los últimos años gestiones muy malas que vaciaron la empresa. Eso fue posible gracias a una burocracia administrativa que profundizó y perfeccionó un sistema de saqueo sistemático dentro de la empresa. Es imposible que YPF pueda cambiar su trágico destino si todavía permanecen sentados en posiciones claves los mismos nombres que durante el gobierno de Cambiemos permitieron el vaciamiento. Creí que el gobierno actual iba a modificar esa realidad apenas asumió, pero no fue lo que pasó.
De ninguna manera podemos permitir que YPF apruebe presupuestos que sean inferiores a los anteriores. Sabemos que todo ajuste termina rápidamente reflejándose en los yacimientos. Eso deriva en la paralización de equipos, en despidos de trabajadores por reducción de contratos con empresas de servicios, en caída drástica de la producción. No es justo, no es razonable aplicar este tipo de medidas que castigan al trabajador. Ellos no tienen que pagar el costo de las malas gestiones pasadas.
Quiero llamar a la reflexión, pedirles a las nuevas autoridades de YPF que trabajen en un plan que transforme la realidad de la empresa; un programa que hable de inversión, de crecimiento y defensa de los puestos de trabajo.