Santa Cruz-, El comportamiento de esta especie endémica de Santa Cruz y zonas aledañas en Chile todavía guarda muchos enigmas para la ciencia. Esta nueva campaña de captura de chinchillones anaranjados permitirá, entre otros objetivos, empezar a monitorear las crías de la población reintroducida en el Cañadón Caracoles y estudiar su dispersión.
El chinchillón anaranjado (Lagidium wolffsohni) tiene una distribución limitada al extremo occidental de la provincia de Santa Cruz y a las regiones chilenas de Aysén y Magallanes. A este mamífero roedor, que basa su alimentación en pequeñas plantas, se lo encuentra en las áreas rocosas de los Andes, o bien en bardas, cañadones y bordes de la meseta esteparia.
Desde 2019, en el Parque Patagonia (PP) se llevan adelante tareas para estudiar, conservar la especie y translocar individuos desde el Cañadón Pinturas para recuperar las poblaciones de lugares de los que desapareció, en el vecino Cañadón Caracoles. En un hecho inédito para la especie, se viene utilizando desde entonces el rastreo de individuos a través de tecnología de punta. Telemetría VHF (una señal de radio que permite ubicarlos), y, más recientemente, mediante el uso de GPS que permiten acceder a información fundamental sobre sus hábitos y área de acción.
“Estamos retirando los collares que habíamos colocado en nueve individuos de la población del Cañadón Pinturas. Estos primeros collares que colocamos ya no funcionan debido a que las baterías se han agotado luego de tres años de uso. Ya no estaremos monitoreando esta población, que utilizábamos como punto de referencia para comparar datos entre la población original y la población nueva que reintroducimos en el Cañadón Caracoles. Ahora, vamos a colocar collares en cuatro crías y reemplazar cinco collares de adultos del Cañadón Caracoles”, explicó Emanuel Galetto, coordinador de Conservación en Parque Patagonia.
En el Cañadón Caracoles se estarán capturando principalmente crías que nacieron en este nuevo sitio, con el fin de estudiar su supervivencia y comprender su dispersión y adaptación.
La campaña se basa en el monitoreo de la movilidad de los chinchillones para atraerlos hacia jaulas, donde se pueden capturar con fines de estudio. “Se pone comida -el cebo-, para acostumbrarlos a que entren a la jaula. Una vez que están acostumbrados, activamos las trampas para encerrarlos, la veterinaria toma medidas, peso y muestras de sangre y pelo, le colocamos el collar y de esta forma vamos trabajando con ellos”. Según Galetto, esta técnica se ha estado implementando durante los últimos meses para asegurar el éxito de la captura.
Si bien la especie no tiene un rol ecológico definido, los chinchillones son presa de los depredadores medianos, por lo tanto, resulta central en la cadena alimenticia de la zona y en consecuencia la conservación de la especie resulta esencial para que estos ecosistemas naturales vuelvan a estar completos y funcionales.
A la par, además, “se están explorando nuevos paredones para futuras translocaciones con el objetivo de expandir la población de chinchillones en Santa Cruz”.
La campaña de monitoreo es un testimonio del compromiso de Parque Patagonia con la preservación de la biodiversidad en la región y la protección de estas especies icónicas del noroeste santacruceño. La población de chinchillones translocados desde 2020, integrada por 20 individuos, muestra signos positivos de adaptación y reproducción en su nuevo hábitat, lo que respalda los esfuerzos de conservación en curso.