Regionales-, Claudio Vidal referente principal del Sindicato de Petroleros de Santa Cruz público un duro mensaje que dice textualmente:
Millonarios de todo el mundo se están quedando con las porciones de tierra más cotizadas en nuestro país. Vivimos en un sistema de exclusión y descarte, donde la tendencia a la concentración y extranjerización de la tierra es una realidad que se agudiza todos los días. La mercantilización y especulación de la tierra atenta contra los intereses de nuestro pueblo y empuja a cientos de miles a la ilegalidad y la humillación.
Sufrimos un presente que excede los límites de nuestro territorio, y se manifiesta como un problema grave que vive Latinoamérica. En el último informe presentado por la ONG Oxfam sobre el reparto de tierra en América latina, se puede observar claramente que sólo el 1% de las fincas acapara más de la mitad de la superficie productiva, es decir, que el 1% concentra más tierra que el 99% restante.
En el país, el 0,94% de los dueños de las grandes extensiones productivas maneja el 33,89% del total del territorio argentino. El 99,06% restante controla el 66,11%. La falta de equidad y proporcionalidad en la distribución debería llamarnos la atención, pero no lo hace.
Son muchos los sectores que toman tierras a lo largo y ancho de nuestro territorio. Pero siempre se visibiliza la toma de los sectores populares, se hace un show de eso, se opera y aprovecha políticamente. Pero nadie habla de las costas de los ríos o de grandes extensiones de tierras productivas para barrios privados que grandes empresarios toman. Los medios suelen hacer que hablemos de los “mapuches” o de familias pobres que toman tierras, como si no existieran otros actores en escena. Parece existir una especie de doble vara que cuantifica y expone el delito de un sector, mientras invisibiliza el del otro.
Es necesario tomar conciencia, no hablamos solo de un terreno en pugna para vivir o levantar una comunidad. Hablamos de que está en juego el acceso a reservas de agua, glaciares, paraísos naturales, campos fértiles y minerales estratégicos que están controladas por un grupo reducido de millonarios que, en muchos casos, ni siquiera son argentinos.
El caso más emblemático de extranjeros dueños de grandes extensiones de tierra es el de Luciano Benetton que entre 1991 y 1997 acumuló 900.000 hectáreas en Santa Cruz, Río Negro, Chubut y Neuquén. Le sigue Douglas Tompkins, quien falleció en 2015, y llegó a tener unas 350.000 hectáreas en distintas jurisdicciones. O el caso de Ward Lay, que llegó a controlar unas 80.000 hectáreas en Neuquén. Todos ellos en mayor o menor medida hicieron apropiación del espacio público al poner candados en tranqueras que dan a ríos, prohibieron el ingreso a lagos, cortaron rutas provinciales con alambrados o expulsaron a pueblos originarios y familias enteras de sus propiedades.
En Santa Cruz 182 terratenientes tienen grandes extensiones de campo y concentran en sus manos un total de 8,9 millones de hectáreas; lo que arroja un promedio de casi 49 mil hectáreas por propietario.
Cuando hablamos de este tema, hablamos de defender nuestras raíces, nuestra cultura, nuestra tierra. Pero mucho más, hablamos del derecho de todos los argentinos y argentinas a tener tierra, techo y trabajo digno, a que los pobres de este país no queden excluidos, se violen los derechos humanos más básicos con ellos. Necesitamos un plan claro y sustentable que permita abordar de la mejor manera la emergencia habitacional y laboral. No podemos ser indiferentes, las autoridades políticas deben dar respuesta de manera urgente.