Provinciales-, La gran variedad de ambientes de la Patagonia brinda el hábitat adecuado para un mosaico extraordinariamente diverso de especies. Sin embargo, estos ecosistemas no estuvieron exentos de procesos de extinción y reducción poblacional. Hoy, sus especies autóctonas necesitan del compromiso de los gobiernos, comunidades y científicos para lograr recuperarse. Se conoce como biodiversidad a la variedad de especies vegetales y animales que viven en un espacio determinado. En la Patagonia, la gran multiplicidad de ambientes brinda el hábitat adecuado para una notable diversidad de especies animales. Sin embargo, como resultado de la depredación y las migraciones humanas, los ecosistemas de la Patagonia no fueron inmunes a procesos de extinción y reducción poblacional. En la región noroeste de Santa Cruz, en las 52 811 hectáreas ahora protegidas por el Parque Nacional Patagonia, se puede dar el libre traslado y migraciones de las especies silvestres y también el mantenimiento de poblaciones aisladas, lo que posibilita el trabajo de conservación. Considerada “una isla en tierra firme”, la Meseta Lago Buenos Aires suministra el agua necesaria para que fluyan interminables lagunas, manantiales, mallines y arroyos, convirtiendo al área en un refugio único de la flora y fauna autóctonas. En este rincón prístino de la Patagonia, se pueden avistar gran variedad de especies como choiques, guanacos, piches, pumas, chinchillones anaranjados, zorros y reptiles. Es el lugar ideal para el avistamiento de aves: gallaretas, cóndores, perdices martinetas, águilas moras y halconcitos colorados sobrevuelan los recorridos de este circuito. Es además, la zona de anidada en primavera y verano del endémico macá tobiano. A partir de este pequeño zambullidor exclusivo de la provincia de Santa Cruz y categorizado como “en peligro crítico de extinción”, se impulsó la creación del Parque Nacional Patagonia, concretada en el 2014. Luego de los trabajos que se desarrollaron para garantizar la conservación del macá tobiano, los científicos agregaron a sus investigaciones otras especies de la zona, como el chinchillón anaranjado (poco conocido por la comunidad Internacional de la conservación), el puma, el guanaco, el choique y la gallineta chica entre otras. En este ecosistema, el puma, por su condición de predador tope, es fundamental para asegurar la salud y el funcionamiento del ecosistema patagónico, regulando la cantidad de herbívoros (el guanaco es su presa principal) y carnívoros medianos. Se distingue además por su asombrosa capacidad de adaptarse a variados ambientes. En esta época del año, las temperaturas comienzan a bajar en la Patagonia y es inevitable ver mayor cantidad de guanacos bordeando las rutas. Y es que es la temporada en que estos animales realizan las llamadas “migraciones estacionales”, desplazándose hacia zonas más bajas buscando mejores temperaturas, pero sobre todo la disponibilidad de alimento. La estepa patagónica es uno de los lugares donde pueden encontrarse grandes poblaciones de esta especie. Otra de las postales que aportan colorido a la región noroeste, la encontramos como un puntito naranja entre los cañadones. Conocido localmente como vizcacha o incluso ardilla, el Chinchillon anaranjado es una especie que solo habita un sector reducido del oeste de Santa Cruz y zonas aledañas de Chile. Generalmente vive en ambientes rocosos cordilleranos y acantilados o roquedales de cañadones esteparios, alimentándose de las escasas y pequeñas plantas que crecen cerca de sus refugios. Si bien se puede avistar con facilidad en algunas partes del Cañadón del Río Pinturas, el chinchillón anaranjado ha visto sus poblaciones disminuir drásticamente, además de ver la conectividad entre sus poblaciones alterada. Otras especies como el coipo y la gallineta austral han conocido la misma desdicha. En cuanto al huemul y al huillín, ya desaparecieron regionalmente. Recuperar el delicado equilibrio en el que coexisten estas especies y así garantizar el buen funcionamiento de este ecosistema es un objetivo que comparten distintos actores gubernamentales, ONGs y comunidades locales. Gracias a su compromiso, unido al de científicos y voluntarios que trabajan arduamente en esa región, de a poco se van logrando avances significativos. En tiempos tan particulares como los que estamos viviendo, es imprescindible entendernos parte de este ecosistema global. Es momento de que como sociedad logremos ser más conscientes que nunca, de la importancia de conservar la biodiversidad de esta, nuestra casa común. Sin dudas, un pequeño granito de arena, es conocerla para reconocernos parte de ella.