13 años conservando la biodiversidad de la costa y la estepa santacruceña

Provinciales-, El Parque Natural Provincial Monte Loayza y su Reserva Natural asociada Cañadón Duraznillo, conforman una de las varias áreas protegidas que posee Santa Cruz. Monte Loayza fue creado con el objetivo de proteger el mayor apostadero de lobos marinos del país y uno de los principales del mundo, que se encuentra en sus costas.. En conjunto abarcan una superficie de 77.440 hectáreas que son gestionadas a partir de una alianza sellada en 2008 con la firma de un convenio entre Sinopec Argentina, la empresa Golfo San Jorge S.A -propietaria de la Estancia La Madrugada-, Fundación Hábitat y Desarrollo, a la que se sumó el Consejo Agrario de Santa Cruz. Están ubicadas en el sur del golfo San Jorge, a 208 km de Caleta Olivia y 139 km de Puerto Deseado. Además de su riqueza paisajística, Monte Loayza resguarda el asentamiento más diverso de aves marinas del golfo San Jorge y, Cañadón Duraznillo, conserva el área más recuperada del Distrito Fitogeográfico del golfo con especies de flora exclusivas. Julio Duro, responsable del área de Asuntos Gubernamentales de Sinopec, recuerda que conocieron Monte Loayza alrededor de 15 años atrás cuando comenzaron con la búsqueda de un área en la que desplegar acciones de Responsabilidad Social Empresaria a partir de la protección y conservación del medio ambiente. “Cuando comenzamos a buscar y logramos juntarnos con una ONG especializada en estos temas como es Fundación Hábitat y Desarrollo, nos enfocamos en Monte Loayza con mucho entusiasmo porque era un área excelente” recordó Duro. Luego de varios años de tratativas, la Estancia La Madrugada cedió los terrenos para que el proyecto sea posible y Sinopec aporta desde entonces la financiación para dar vida al actual parque. “En ese momento realizamos los caminos, levantamos el centro de visitantes y la casa del Guardaparques, alambramos el perímetro. También dotamos al guardaparque de un vehículo 4×4 y de una antena satelital para permitir las comunicaciones”, detalló Duro. El Consejo Agrario de Santa Cruz es la autoridad de aplicación de la política de áreas protegidas de la provincia. Este organismo cuenta con un convenio de cooperación técnica con Fundación Hábitat y Desarrollo para la planificación y gestión de Monte Loayza y Cañadón del Duraznillo. Un poco de historia En 1989 Monte Loayza había sido creado como Reserva Natural y en 2004 fue convertida en Reserva Provincial. Luego en 2015 fue elevada a Parque Natural Provincial, Duro destacó particularmente que la ampliación del área a conservar incluyera una zona marítima. La misma ley que estableció la creación del parque sumó a más de 800 km2 de Mar Argentino, desde la línea costera unos 22 kilómetros hacia el interior del mar, que es la distancia que los guardafaunas pueden controlar con binoculares desde la costa. “Cuando están en la colonia los lobos bajan a alimentarse en el mar, por lo que era necesario proteger la zona para que haya más cantidad de alimento. Con los años, desde que empezamos hasta ahora, la población no deja de crecer, lo que demuestra que las acciones tuvieron buenos resultados”. Además de promover la conservación de la diversidad biológica costero-marina y de la estepa patagónica, el parque y su reserva asociada también fueron creadas con el objetivo de promover la educación ambiental y el ecoturismo. Duro sostiene que a futuro uno de los proyectos es promover algunas visitas para que se conozca más, aunque reforzó que debe realizarse con mucho cuidado para no perturbar la naturaleza del sitio. Actualmente durante la temporada, las visitas turísticas se realizan con cita previa y en grupo de alrededor de 10 personas. Una alianza estratégica Para Fernando Ardura, presidente de la Fundación Hábitat y Desarrollo, sería importante que la alianza que tienen estas cuatro entidades abocadas en la protección del área sea replicada en otras provincias. El presidente de la ONG sostiene que esta es una alianza que brinda excelentes resultados: “Por un lado para la provincia que, por razones presupuestarias tiene muchas urgencias que atender y le resulta difícil sostener las áreas protegidas. Además, esta alianza representa el compromiso de responsabilidad social de las empresas. Sinopec, más allá de su responsabilidad de mitigación de impacto ambiental como productor, también tiene un compromiso muy fuerte con los ecosistemas de las áreas donde está establecida”. Para el director de la fundación las áreas protegidas son la herramienta más importante de conservación de la diversidad biológica. Monte Loayza y Cañadón del Duraznillo dan cuenta desde hace años del beneficio de la conservación y la aplicación de planes de manejo adecuados. La colonia reproductiva de lobos marinos de un pelo crece año tras año, según lo sustentan los censos que se realizan cada verano. Diez años atrás la colonia reunía unos 5.000 ejemplares mientras que en la actualidad superan los 20.000. Desde hace 34 años que una de las zonas no tiene presencia de oveja por lo que la vegetación nativa pudo recuperarse con especies vegetales que estiman eran propias del lugar antes de la introducción del ganado. Junto a esas especies vegetales también volvieron al área especies animales que se sustentan de las vegetales y las que predan a éstas. RECUADRO: Biodiversidad en Monte Loayza y Cañadón El Duraznillo El área costera conforma el asentamiento más diverso de aves marinas del golfo San Jorge que resguarda especies consideradas amenazadas. Por estas características y condiciones, el área es una de las candidatas a ser declarada Área Importante para la Conservación de las Aves (AICA), por las aves costeras y pelágicas que alberga. La candidatura principalmente valora la protección de tres especies que habitan en el lugar: cormorán cuello negro, cormorán gris y gaviota gris. También habitan el área otros cormoranes y unas 15 especies de aves marinas y marino-costeras más, como la paloma antártica, gaviota cocinera, tres especies de gaviotines, petrel gigante y las tres especies de ostreros. En la Reserva Asociada Cañadón del Duraznillo se han registrado 10 especies de mamíferos, 36 especies de aves terrestres y 11 especies de reptiles. En una visita es posible ver guanacos, choiques, …

Las tres especies patagónicas que protege Monte Loayza

Provinciales-, El 29 de abril se celebró el Día del Animal en conmemoración del fallecimiento de Ignacio Lucas Albarracín, abogado pionero en el país en la lucha por los derechos de los animales. En la Patagonia hay tres especies emblemáticas que protege el Parque Natural Provincial Monte Loayza y su Reserva Asociada Cañadón del Duraznillo, en el marco del acuerdo entre Sinopec Argentina, Golfo San Jorge SA, Fundación Hábitat & Desarrollo y el Consejo Agrario de la provincia de Santa Cruz. El Parque Natural Provincial Monte Loayza es uno de los más valiosos apostaderos de mamíferos y aves marinas del litoral patagónico, por la diversidad y la magnitud poblacional de las especies que alberga. Protege 800 km² de Mar Argentino y una angosta franja paralela a la costa (de 200 metros de ancho a partir de la línea más alta de mareas) que linda en todo su perímetro no-costero con la Reserva Asociada de Amortiguación Cañadón del Duraznillo. Esta última fue descripta por especialistas como la representación del sector santacruceño del Distrito Fitogeográfico de Golfo San Jorge en la mejor situación de conservación natural. En conjunto las dos áreas resguardan una superficie de 77.440 hectáreas. Ambas áreas protegidas fueron creadas como una iniciativa conjunta de Fundación Hábitat y Desarrollo, Golfo San Jorge SA (propietaria de la estancia La Madrugada) y Sinopec Argentina, en el marco de la legislación y las políticas de conservación de la biodiversidad de la provincia de Santa Cruz. Se encuentran a 208 km. de Caleta Olivia y 139 km. de Puerto Deseado. La biodiversidad vive momentos complejos. Las especies animales se encuentran presionadas por el impacto de las actividades humanas y sus consecuencias, como el cambio climático. En estos tiempos signados por la extinción, la conservación de áreas naturales es vital. El emblema: los lobos marinos Sobre la costa los lobos marinos conforman el mayor apostadero reproductivo continental. El último censo registró 22.020 individuos, una cifra récord que la convierte en la colonia reproductiva más grande del país y una de las más numerosas del mundo. “La población de lobos en el censo del verano hace diez años no superaba los 5000 ó 6000 individuos. La protección de la reserva evita los disturbios humanos en la costa y en el mar. Creemos que los lobos llegan a Monte Loayza por la tranquilidad del lugar y la disponibilidad de alimento que brinda por ser un área protegida”, explicó Francisco López, guardaparques del área. Fernando Ardura, presidente de la Fundación Hábitat y Desarrollo valoró la antigüedad y permanencia del apostadero: “Es un apostadero que tenemos evidencias de que existía hace 5000 años, porque se han descubierto enterratorios humanos donde se encontraron restos de huesos y vestidos realizados con pieles del lugar”. Guanaco: el herbívoro más grande de América del Sur En la Reserva Asociada Cañadón del Duraznillo protege a 10 especies de mamíferos, 36 especies de aves terrestres y 11 especies de reptiles. Entre los mamíferos el guanaco es el una de las especies más características de la Patagonia. Es el más grandes de los herbívoros sudamericanos y el de distribución más amplia y el único que existe en la Patagonia en estado silvestre de los cuatro integrantes de la familia de los camélidos del sur del continente (alpaca, llama -solo existen en forma doméstica- y vicuña). Sin embargo, tanto su distribución como sus poblaciones sufrieron una marcada disminución. Se estima que a fines del siglo XIX la población total de guanacos rondaba los 7 millones de individuos, según los últimos datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) esta especie alcanzó en 2016 el millón de individuos. Cormorán Gris El área costera de Monte Loayza conforma el asentamiento más diverso de aves marinas del golfo San Jorge, entre ellas resguarda tres especies de cormoranes: Imperial, Cuello negro y Gris, este último tiene estatus de “cercano a la amenaza”. Se trata de una especie icónica de la costa santacruceña, lo que la convierte en uno de los principales atractivos para el turismo basado en vida silvestre. El cormorán gris forma colonias con altas densidades de nidos en superficies de poca pendiente; Monte Loayza es la colonia ubicada más al Norte de la región. “En Monte Loayza se da una situación que no es habitual, también se repite en la Ría Deseado, que es que la coexistencia de tres especies de cormoranes: gris, cuello negro e imperial, en números importantes”, explicó el Dr. Esteban Frere, Coordinador Sudamericano del Programa Marino de Bird Life International. Las amenazas que enfrentan estas especies están vinculadas a la escasez de alimento como consecuencia del cambio climático, la sobrepesca, la captura incidental, la degradación del hábitat, la contaminación, la competencia con especies introducidas y la caza. Proteger y conservar sus hábitats es una tarea fundamental de cara al futuro. “El proceso de cambio climático y calentamiento global está avanzando tan fuertemente que está afectando la biodiversidad de todo el planeta. Las áreas naturales están fuertemente presionadas e inclusive en retroceso, por eso es importante contar con áreas protegidas donde podamos garantizar que existen bases completamente naturales a partir de las cuales en el futuro tendríamos que tratar de expandir y recuperar las especies que se pierden por la acción histórica del hombre, pero ahora también por el proceso de cambio climático. Las áreas protegidas son la herramienta más importante de conservación de la diversidad biológica” destacó Fernando Ardura, presidente de la Fundación Hábitat y Desarrollo, encargada de la gestión del área protegida.

Crece el número de ballenas censadas en Monte Loayza

Regionales-, Cada año aumenta el número de ballenas de diferentes especies censadas en el sur del Golfo San Jorge como consecuencia del aumento de sus poblaciones gracias a la prohibición de la cacería y las medidas de protección de sus hábitats. Algunos de estos relevamientos se realizan en la Reserva Natural Monte Loayza, en el marco del acuerdo entre Sinopec Argentina, Golfo San Jorge SA, Fundación Hábitat & Desarrollo y el Consejo Agrario de la provincia de Santa Cruz. A 208 kilómetros al sur de Caleta Olivia, el Parque Natural Provincial Monte Loayza protege 754 km2 de mar para garantizar la conservación de las zonas de alimentación de mamíferos y aves marinas. Esta área y su Reserva Asociada Cañadón del Duraznillo fueron creados a los fines de conservar la diversidad biológica terrestre y marina además de fomentar la educación y el ecoturismo. En conjunto resguardan una superficie de 77.440 hectáreas, gestionadas por una alianza entre Sinopec Argentina, Golfo San Jorge S.A, Fundación Habitat y Desarrollo, y el Consejo Agrario de Santa Cruz. Gribaudo añade que durante los dos censos anuales de lobos marinos que se realizan en Loayza -que posee una de las mayores colonias reproductivas de lobo marino de un pelo del Atlántico Sur- siempre avistan ballenas desde la costa. Gracias a las diferentes estrategias de protección Gribaudo sostiene que, durante los últimos tres años, por ejemplo, realizan avistajes todos los días. “El año pasado vimos ballenas más de 230 días al año, casi nueve meses de los 12 estábamos viendo ballenas; desde enero a julio vimos ballenas todos los días. Este año estamos viendo todos los días y a toda hora” anunció. El conteo de ejemplares se realiza una sola vez al día cuando la luz es óptima. La mayoría de los registros se realizan desde la costanera de Caleta Olivia, pero otro punto alternativo que Gribaudo suele utilizar es un sitio entre La Lobería y Caleta Olivia. La mayoría de los ejemplares avistados se concentran entre los 700 metros de la costa y aproximadamente 4 km mar adentro. Hace unos años trabajan en conjunto con los guardaparques del Área Protegida Punta Marqués, en Rada Tilly, y el de Monte Loayza para obtener mayor información sobre estos ejemplares. “De los primeros años a los últimos, llegamos a contar más de 3000 ballenas por año. Pero eso no quiere decir que sean 3000 animales distintos -aclaró Gribaudo- el número indica la suma de todos los individuos que vemos cada día. Por ejemplo, si hoy vimos 50 y ayer 60, quizás los 50 sean parte de los 60 de ayer”. ¿Cuánto sabemos sobre las ballenas? El primer año fueron solo siete ballenas; el segundo diez, y el número fue escalando hasta contarse por miles. Además, de alrededor de cuatro especies de cetáceos registradas, el abanico se abrió a 22. “En los primeros años desde 1998 a 2004, veíamos exclusivamente ballenas francas y el primer año solo siete. El segundo diez, el tercero 32, y en 2004 empezamos a ver otro tipo de ballenas, ballenas con aleta dorsal -las francas no la tienen- que luego pudimos comenzar a identificar. Ahora, además de las ballenas francas, tenemos registros de siete rorcuales, o sea ocho especies con barbas”, describió Gribaudo. Cientos de estos registros corresponden a ballenas sei, fin, minke, decenas de jorobadas y algunas Bryde, y cuarto a las enormes ballenas azules, las más grandes de todas. ¿Por qué se registra el aumento de avistajes de cetáceos? ¿Por qué se las puede avistar todos los días? “Porque era su lugar, están recolonizando -responde el investigador y añade- cuando iniciamos los censos nuestra hipótesis era que las ballenas podrían repoblar zonas históricas de cría y alimentación”. Entre 1928 y 1932 el gobierno argentino había dado permisos para instalar factorías de ballenas en tierra. Una de ellas se ubicó en el paraje La Lobería, entre las localidades de Caleta Olivia y Rada Tilly, en el sur del golfo San Jorge. Allí permaneció durante cuatro años complementando a los buques balleneros que cazaban en la zona. Gribaudo relató que las bitácoras de estos barcos y los registros de la factoría en tierra coincidían en que las especies cazadas eran las mismas que hoy se registran viviendo en el área. “En determinadas épocas las bitácoras describían a cientos de ballenas en todas direcciones. Accedimos a mapas de balleneros a nivel mundial de los años 1600 a 1700 en los que, en el Golfo, sobre todo la zona sur estaba lleno de estos cetáceos”. A partir de este proyecto investigación del Museo Educativo Patagónico, fue creado hace 11 años la Reserva Natural Costa Norte, para proteger delfines y ballenas. Y que hoy, además de estar en esa reserva, ocupan un área más amplia en el sur del Golfo San Jorge.