Las fibras naturales argentinas se destacan en los grandes centros de la moda del mundo

Nacionales-, La diseñadora correntina María Abdala-Zolezzi conquista los más prestigiosos mercados de la moda, utilizando fibras naturales y técnicas de producción ancestrales.. Existe una leyenda de la tradición mapuche que narra la historia de “Lalen Kuzé”. Su espíritu se materializa a través de los sueños de las mujeres para enseñarles los secretos del hilado y del tejido a telar. Esta tradición continúa vigente y en varias provincias encontramos tejidos que hablan de nuestro pasado y de nuestro vínculo con las materias primas. Un saber que quizá muchos creen olvidado, pero que sigue vivo. Se reconoce como fibra natural a las hebras o pelos que se encuentran en la naturaleza y que pueden hilarse para dar lugar a hilos o cuerdas. Las fibras de origen animal se pueden obtener de ovejas, pero también de cabras y camélidos; como la llama, la alpaca, la vicuña y el guanaco. Los pueblos originarios de latinoamérica conocían estas propiedades y hoy son destinadas a la confección de prendas de alto valor. Argentina se destaca por tener una gran diversidad de fibras naturales que dá origen a una producción alternativa con muy buenas perspectivas económicas. En la provincia de Río Negro, por ejemplo, las experiencias de encierre, esquila y liberación de animales silvestres con ese fin por parte de emprendimientos privados, comenzaron aproximadamente en el año 2003[i]. Maydi es el sobrenombre de María Abdala-Zolezzi, una correntina que estudió publicidad en la Universidad Católica y cursó diseño de moda en el London College of Fashion. Una vez recibida se fue a París, y trabajó más de una década en marketing de moda para reconocidas marcas. Entonces decidió que fuera Maydi el nombre de su marca de ropa, en la que se destaca el trabajo artesanal de cada pieza, utilizando las tres técnicas ancestrales del tejido: telares manuales (incluyendo el sofisticado telar de peine), dos agujas y crochet. En conversación con LU 14 Radio Provincia de Santa Cruz, la diseñadora contó que en su paso por la capital francesa, fue gestando la idea de crear una marca de tejidos: “A la vuelta a la Argentina, a fines de 2012, empecé a investigar qué era con lo que contábamos en nuestro país y comencé a indagar sobre el tema de las fibras naturales. Muy pocas personas lo saben, pero Argentina está en el número dos o tres como país exportador de lana mundial. Esa fue mi inquietud: si somos exportadores será porque tenemos un muy buen producto. Así empezó mi colección con las fibras naturales” explicó. “Yo lo que quería hacer era desarrollar lo mejor que tenemos en el país con todo el aprendizaje y la experiencia que adquirí en París y fue como un “mariage”, como una combinación perfecta. Ahí nace la conexión con las fibras que yo utilizo. A partir de trabajar con distintos productores de distintas partes de la Argentina” Su marca registrada es hacer de la moda lo opuesto a todo lo que sucede en ese mercado a partir de la globalización. El uso de fibras naturales es lo que la diferencia, resaltando siempre el valor agregado que ofrece la riqueza de los territorios de donde obtiene las materias primas y las manos artesanas que la Argentina posee. Abdala-Zolezzi remarcó que trabaja “con lana merino de la provincia de Chubut” (que por su suavidad algunos comparan con el cachemir), y que es producida bajo el “Conscience Program” de campos de producción sustentables, que forman parte de WCS (Wild Conservation Society). “También trabajo con la fibra de los camélidos que viene de Jujuy. Algo muy interesante es que también trabajé la fibra de guanaco con una cooperativa de Mendoza, y que es una fibra muy poco conocida pero muy poco desarrollada en nuestro país”. La diseñadora hace referencia a la cooperativa Payún Matrú, un refugio de guanacos mendocino creado en 2005 en la Reserva Provincial La Payunia. Fueron quienes implementaron la primera experiencia nacional del manejo de guanacos silvestres por pequeños productores. Estas fibras se producen en vellones “doble capa” o “doble cobertura”, ya que las fibras finas y valiosas se presentan mezcladas y debajo de una cobertura de pelos largos y gruesos de menor valor. La capa de abajo (“down hair”) es la fibra fina que se considera deseable y exhibe un color camello pálido y uniforme. La capa de afuera, que se denomina “pelo”, consiste en fibras mucho más toscas y de un marrón más oscuro. Su coloración varía entre tonos marrones rojizos y marrones claros. Los guanacos, junto con las vicuñas, ofrecen un modelo único de uso sustentable que permite esquilar animales vivos para obtener su valiosa fibra uniendo de esta manera la conservación de especies silvestres con la generación de beneficios económicos para los pobladores locales. “Mi primera venta internacional fue en el 2014. Al principio era solo una colección que constaba de accesorios, cuellos y echarpes, y después, cada año, fue creciendo y mi primer cliente fue de Milán, Italia”, relató Maydi. “En cada ‘Semana de la Moda’ de París, presentaba la colección. Ahí es donde obtuve el contacto con los clientes internacionales. En el año 2017 empecé a vender en el mercado japonés hasta hoy. Es un mercado que adhiere al 100% a los valores de la marca en cuanto al diseño y las materias primas que yo utilizo”, agregó. Todas las prendas de Maydi son hechas a medida porque “no tenemos un estándar o modelo digamos de clientes, sino que queremos llegar a cualquier cliente que tenga ganas de comprar un buen producto”. “Sin saber de las tendencias, yo seguí mi intuición porque me sentía conectada con las fibras y también con las artesanías que tenemos en la Argentina. Además, porque tenemos artesanos maravillosos y justamente lo que yo quería era revalorizar el trabajo que ellos hacen, dándoles esa posibilidad y usando las mejores fibras con las que contamos en el país más toda la experiencia que yo traía”, remarcó la diseñadora textil correntina de proyección internacional. https://inta.gob.ar/noticias/fuerte-apuesta-al-uso-sustentable-del-guanaco

Voluntarios para la conservación del Macá Tobiano, una especie en peligro de extinción

Santa Cruz-, Ignacio Roesler: “No es casualidad que cada vez tengamos más santacruceños como voluntarios” En un año donde la pandemia limitará el número de personas que van a poder sumarse a la campaña de voluntariado del Proyecto Macá Tobiano, cerca de dos centenares de postulantes se anotaron para sumarse a las acciones de la Estación Biológica Juan Mazar Barnett ubicada al pie de la meseta del lago Buenos Aires. El Proyecto Macá Tobiano implementado desde el año 2009 por las ONG Aves Argentinas y Asociación Ambiente Sur es hoy una herramienta fundamental para el estudio científico y la conservación de esta especie categorizada como en peligro crítico de extinción. Abarca acciones de investigación, de incidencia en el terreno, censos de población y sensibilización de las comunidades locales, las que comprenden campañas anuales, tanto en temporada invernal como de verano, siguiendo la migración del Macá Tobiano entre los estuarios atlánticos de la provincia de Santa Cruz, donde permanece en el invierno, y su posterior nidificación y reproducción en el noroeste provincial en temporada estival. “En este momento en la Estación somos cuatro personas. Hay tres personas más que están con labores en el campo. Básicamente lo que se hace ahora es poner al día todo lo necesario para que cuando los macáes se empiecen a reproducir, esté todo bien organizado” nos cuenta el Dr. Ignacio “Kini” Roesler, director científico de la ONG Aves Argentinas. Es que este momento del año es cuando los macaes ya están en las lagunas de la meseta, al noroeste de Santa Cruz. Allí, un equipo completo de profesionales y voluntarios esperan que esta especie declarada “Patrimonio Natural Provincial” nidifique y que les dé una temporada plena de trabajo. En estos días se encuentran preparando la Estación Biológica para cuando lleguen los voluntarios. Esto implica hacer monitoreos en algunas lagunas “para ver cómo vienen los macáes, dónde se están ubicando. Y también acomodar todo el sistema de control de especies invasoras, como las gaviotas y el visón americano. Hay que meterle mucho trabajo a la Estación porque a partir de diciembre empieza el trabajo duro”, explica Roesler. En cuanto a los voluntarios, este año batió récord de aplicaciones. “Hubo cerca de 200 personas que postularon  y casualmente este año es el que menos vamos a poder tener, solo 17”. Esto será así, nos explica, por las normas de bioseguridad vigentes a causa de la pandemia, por lo que han tenido que adaptar algunas cosas, en base a un protocolo aprobado por el Ministerio de Salud y Ambiente de la provincia, pero que no difieren tanto de su rutina habitual ya que el lugar donde se desarrollan los trabajos cumple de forma natural con algunos requisitos relacionados como propiciar actividades al aire libre y sin aglomeración de gente, por ejemplo. Sobre las actividades que desarrollan, el biólogo nos cuenta que “los voluntarios se suman absolutamente a todo lo que se hace acá. Desde el mantenimiento de la Estación, hasta salir a controlar las trampas de visón, monitoreo de macaes, o guardianes de la colonia”. Estos últimos son los que protagonizan el control y cuidado directo del Macá Tobiano. Una vez que se identifica una laguna con varios individuos formando una colonia, se establece un campamento contiguo donde los guardianes y voluntarios protegen a la especie de visones y gaviotas. La primera tanda de voluntarios llega a mitad de diciembre. “En general siempre empezábamos en noviembre, pero este año por la cuestión de la pandemia lo demoramos. En el primer grupo contaremos con 6 personas, para enero llega otro grupito más y en marzo el último. Cada grupo de voluntarios que llegue tiene que hacer la cuarentena. Estar ahí aislados un tiempo. Ahora entran voluntarios cada 45 días, que coincide con los 45 días mínimos de permanencia que este año exigimos”

Cabalgatas guiadas una experiencia única del turismo natural en la Patagonia

Regionales-, La arraigada relación entre la cultura argentina y el caballo, la sensación de libertad al recorrer los paisajes de cualquier región del país, encuentran en la actividad que propone “El Buen Samaritano”, una oportunidad inmejorable para conocer los senderos del Parque Patagonia.. Hijo de chacareros, nacido y criado en Los Antiguos, desde chico Pablo Myburg estuvo en contacto con los caballos. “Mis tíos siempre tuvieron tropillas para jineteadas, así que me crié andando a caballo”, recordó. “De chico, mi sueño era seguir y tener caballos propios. Me fui a estudiar un tiempo y cuando volví me di cuenta que había más movimiento turístico, venía mucha gente a pasar el fin de semana y faltaban actividades. Así que con la ayuda de mi familia arranqué con las cabalgatas guiadas por los rincones más hermosos de la zona en el año 2013”. Sobre el nombre de su emprendimiento, Myburg contó que se lo puso siguiendo la tradición de sus abuelos y al nombre de la chacra familiar. Ellos “siempre estuvieron recibiendo gente. Son muy creyentes y había que tratar bien a las personas, hospedarlas bien”. “Hice el curso de guía que dictaba la Provincia. Me enteré de cosas nuevas, porque te da un panorama de todo lo que es Santa Cruz. Después viajamos con la gente de Turismo a la UNPA de Caleta Olivia, donde nos dieron un curso y ahí compartí con otros guías que ya están trabajando”, expresó Pablo. Myburg ve en el intercambio con otros guías y en la formación la posibilidad de fortalecer su experiencia. “Trato de ver cómo trabajan, qué es lo que hacen otros. Después la Fundación (Rewilding) ha hecho muchos cursos, muy interesantes, intensos. Desde que vienen trabajando acá en La Ascensión, todo el tiempo están capacitando”. Sobre la oferta a los turistas, el emprendimiento trata de satisfacer todas las necesidades. “Tenemos cabalgatas familiares, que son recorridos por los valles del casco de la estancia y la costa del lago, con una duración de entre una hora y hora y media. Ese tiempo va bien hasta para niños de 2 años”. Otra de las opciones para los más aventureros es el recorrido por los antiguos puestos de estancia desde donde, poco a poco, se va ganando altura hasta el cerro donde se realiza una breve caminata. “Para los turistas que vienen cruzando toda la estepa y llegan a La Ascensión o a Los Antiguos, es como un oasis. El parque tiene toda la costa del lago, un campo privilegiado con muchas aguadas y mucho valle”, resaltó Pablo. “En La Ascensión tenemos 13 caballos. Las cabalgatas son entre 8 y 12 kilómetros ida y vuelta. También se realiza una caminata hasta el cerro La Calle a 700 msnm, lo que permite una vista panorámica única. A la vuelta se hace un descanso en el Puesto Cisne, una casa antigua de campo, con fogón y cocina a leña. Ahí cocinamos cordero al asador o bifecitos al disco”. En el recorrido, el paisaje está enmarcado por las lagunas. Es común encontrarse con aves como el cauquén y observar manadas de guanacos y chulenguitos que ya están acostumbrados a los visitantes, lo mismo que los esquivos ñandúes. En relación a la post pandemia, la actividad de cabalgata se desarrolla en un escenario ideal según lo que se está pidiendo para el turismo que viene. El guía explicó que ya están trabajando en incorporar los protocolos requeridos para su actividad: desinfectar las riendas, los aperos de los caballos cada vez que se re cambian los turistas y la cantidad de personas por salida, entre otros. “El número de gente tiene que ser reducido, no hacer salidas de ocho o nueve personas, sino por grupos familiares”, resaltó. “¡La cara de felicidad de los chicos cuando van arriba del caballo! La gente queda flashando. Dicen así sintiéndolo que nunca habían hecho una cabalgata tan linda donde combinar el caballo con el paisaje. Y más que nada la sensación de libertad, de tranquilidad, un lugar que no se escucha nada, solo el ruido de los pájaros, el viento y el casco del caballo sonando en el camino. Es una sensación de libertad tremenda” expresó el guía. CONTACTO: Cabalgatas “El Buen Samaritano”: 2975404155 FaceBook: https://www.facebook.com/cabalgataselbuensamaritano/

Más de 2400 glaciares fertilizan la meseta patagónica de Santa Cruz

Nacionales-, BAJADA: La provincias de Santa Cruz y de Tierra del Fuego reúnen una gran parte de la superficie helada argentina por fuera de la Antártida. Cuidarlos asegura la biodiversidad y la vida de las poblaciones de sus cuencas. Preservarlos es urgente. Los glaciares constituyen componentes cruciales de muchos sistemas hidrológicos de montaña y son reconocidos a nivel mundial como “reservas estratégicas” de agua. Argentina posee 16.968 glaciares, 16.078 en los Andes y 890 en las islas del Atlántico Sur. La superficie total es de 8.484 km2, 2715 de los cuales están en las Islas Georgias y Sandwich. Los Andes del Sur (+ Chile) ocupan la 7ma posición mundial en superficie de glaciares. Siete millones de habitantes viven en las 1800 localidades emplazadas en las 36 cuencas hídricas alimentadas por glaciares ubicadas en las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Los datos se desprenden del Inventario Nacional de Glaciares, un estudio realizado por el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA),dependiente del Conicet, la Universidad Nacional de Cuyo y del Gobierno de la Provincia de Mendoza con la coordinación del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación. El resultado del relevamiento se condensó en el “Atlas de glaciares de la Argentina”. “Los glaciares son masas de hielo y nieve formados por compactación de la nieve. Cuando adquieren un espesor de algunas decenas de metros, fluyen hacia abajo por efecto de la gravedad. Técnicamente, son una masa que se mueve, y se puede separar del terreno que lo rodea que es estable”, explicó Pierre Pitte, investigador asistente de Conicet, Dr. en Ciencias Geológicas y Lic. en Geografía. “Uno de los efectos fundamentales de los glaciares es la regulación de los caudales de los ríos de montaña. Acumulan agua en forma de nieve y hielo durante los períodos húmedos y fríos y la liberan en los períodos secos y cálidos”, dijo Pitte. “A escala anual, esto implica que acumulan agua en invierno y la liberan en verano, cuando la demanda de los ecosistemas y de las actividades humanas es mayor. A escala interanual, acumulan agua en años nevadores y la liberan en años de sequía, de nuevo cuando la demanda es crítica. A una escala menor, regulan la temperatura del agua y, por lo tanto, la posición en los ríos de buena parte de la cadena trófica acuática (cadena alimenticia acuática)”, agregó. Son además elementos emblemáticos del paisaje, que por sus funciones como reguladores hídricos, su belleza y atractivo turístico, generan numerosos beneficios e ingresos significativos para las economías regionales y nacionales. Los cuerpos de hielo también constituyen excelentes laboratorios naturales para estudios científicos de diversa índole, y ocupan un lugar destacado a nivel mundial como indicadores de cambios climáticos pasados y presentes. En efecto, el rápido retroceso de los glaciares en los Andes y otras regiones montañosas del mundo es considerado como uno de los signos más claros del calentamiento que ha experimentado el planeta en las últimas décadas. Santa Cruz, tierra de glaciares Las provincias con mayor cantidad de glaciares en áreas naturales protegidas son Santa Cruz (98%), Río Negro (90%) y Neuquén (83%). Con 3.421 km², la masa helada que se forma en la provincia de Santa Cruz representa casi el 60% de la superficie glaciar de la zona andina de la Argentina, y con 2.420 unidades, posee el 15% del número del total de estas geoformas. La superficie media de los glaciares alcanza los 1,4 km2, muy por encima de las del resto de las regiones. Los glaciares de mayor tamaño de la región y del país son el Viedma (977 km2), seguido por el Upsala (785 km2) y el famoso Perito Moreno (244 km2). El total de la superficie de hielo equivale a 17 veces la ciudad de Buenos Aires. Son seis cuencas que nacen en glaciares: la de los ríos Deseado,Chico,Mayer, Santa Cruz, Vizcachas y Coig, y la de los lagos Buenos Aires-Pueyrredón, y Lago San Martín. En cuanto a cobertura de glaciares por cuenca, en la del río Santa Cruz se relevaron 3.052 km2 con presencia de hielo, mientras que en la del río Coig sólo se identificaron 0,3 km2. La cuenca del río Santa Cruz tiene el 89 % del hielo de toda la región y el 53 % del hielo andino del país. En ella se encuentran los glaciares de mayor tamaño de la Argentina y la mayor parte se ubica dentro del Parque Nacional Los Glaciares. Más del 50% de la población provincial vive en alguna de las cuencas: más de 117.000 habitantes que desarrollan distintas actividades económicas que van desde el turismo, la pesca, la explotación forestal, el cultivo frutícola, la cría de ganado bovino hasta la minería. “A diferencia de lo que sucede en otros países andinos como Perú, Ecuador y Bolivia, en Argentina hay muy poca población que reside de forma permanente cerca de los glaciares. Por este motivo, la conciencia de los cambios que están ocurriendo y sus consecuencias es menor que en otros países Andinos. No obstante, desde la sanción de la Ley de Protección de Glaciares (26.639) el tema está en la agenda pública”, resaltó Pierre Pitte. El retroceso generalizado de los glaciares responde al Cambio Ambiental Global y, en particular, al Calentamiento Global provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero producidas fundamentalmente por la quema de combustibles fósiles. El aumento de la temperatura media en el último siglo fue cercano a 1°C, pero fue dos o tres veces mayor en algunas zonas de los Andes. Esto implica que la isoterma de 0°C, que define la zona por encima de la cual las temperaturas medias anuales son negativas, ha subido cientos de metros de desnivel, exponiendo mayor proporción del área de los glaciares al derretimiento. Para el investigador del Conicet, está comprobado que “todas las actividades humanas generan impactos. Con una adecuada consideración, estos pueden reducirse o mitigarse pero nunca se eliminan”. Sin embargo, …

Proyecto Conservación Cóndor Andino: honrar la vida

Nacionales-, El programa desarrollado en la Argentina logró aumentar la población de cóndores en Suramérica. Tres décadas de una tarea con reconocimiento internacional y con mucho que hacer por el ave no marina más grande del mundo. “Vigía del horizonte, centinela del silencio”. Así describe el poeta y cantautor santacruceño Eduardo Guajardo al antiguo habitante suramericano. Su porte gallardo y elegante, su brillante plumaje blanco y negro y el “collar” de plumas blancas alrededor de la base del cuello hacen del Cóndor Andino un verdadero “Emperador de los Andes”. Se los puede encontrar desde Venezuela hasta Tierra del Fuego, a lo largo de los 7500 kms de la cordillera de los Andes. Solemos relacionar su nombre con esos paisajes andinos. Pero también habita en la precordillera de San Luis, Córdoba y parte de las sierras pampeanas. Junto con el Águila y el Puma, el manke o mañke (cóndor en mapudungun) es uno de los de mayor rango entre los animales sagrados de los pueblos originarios de la región. Uno de los pilares del programa es facilitar la reproducción. “Tienen una bajísima tasa reproductiva. Alcanzan la madurez sexual a los 9 años y tienen una cría cada 2 o 3 años. Trabajamos en lo que es la reproducción y eso nos permitió criar 75 pichones, un récord mundial sin antecedentes. Lo interesante es que el 100% de los pájaros que criamos son para reintroducir en ambientes naturales”, remarcó Jácome. En convenio con los ministerios de Ambiente, se generaron cuatro centros de rehabilitación: el Ecoparque de la ciudad de Buenos Aires, Temaiken en Escobar, otro en la localidad de San Carlos y en el Ecoparque de la capital provincial, ambos en Mendoza. La rehabilitación primaria se hace en la provincia donde se lo rescata. Una vez estabilizado, el ejemplar es trasladado a alguno de los centros donde completan su rehabilitación. Los que se rehabilitan vuelven al ambiente natural y los que no se pueden liberar, forman parte de los programas de reproducción. Aunando voluntades El trabajo realizado en esta vida de 30 años dedicada a los cóndores ha logrado reconocimiento a nivel mundial. Un ejemplo de esto es que la Sociedad Zoológica de Londres ha elegido la reintroducción de cóndores en la costa argentina para ilustrar la tapa de su último libro de reintroducción de fauna silvestre. Sin embargo, todo este esfuerzo parecería convertirse en nada cuando ves que se mueren cientos de cóndores envenenados por cebos tóxicos. “Empezó a pasar en 2017. Muertes masivas en Jujuy, Mendoza, Patagonia, en todo el país. Nos quedamos helados porque no teníamos experiencia con eso. Nos pasó por arriba, es un tsunami para la conservación del Cóndor. Cuando aparece el primer caso en Rinconada, Jujuy, con la muerte de 19 cóndores, nosotros lo denunciamos en la Unidad Fiscal para la Investigación de Delitos contra el Medio Ambiente (UFIMA), en las Ministerio y Direcciones de Ambiente de las provincias, de Nación, Consejo Federal de Medio Ambiente (Cofema), Senasa. Seguimos sosteniendo el tema y para cuando fue el caso de Mendoza, la opinión pública tomó conciencia de que esto estaba pasando.” Frente a esto, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación junto a la Fundación Bioandina Argentina, contando con la adhesión de las autoridades provinciales de Ambiente y el apoyo de instituciones y actores relevantes de la sociedad, crearon la Estrategia Nacional contra el uso de Cebos Tóxicos (ENCT). Cuenta con líneas de acción que implican la entrega de Kits de urgencia a las autoridades provinciales, equipados con elementos de bioseguridad, instrumentos para la toma de muestras y saneamiento ambiental y estudios toxicológicos con los que es posible detectar y diferenciar los tóxicos utilizados. Además desarrollan campañas educativas y encuestas a pobladores rurales, lo que brinda valiosa información para comprender mejor la relación que establecen con la vida silvestre y los conflictos que deben superar en sus prácticas productivas. (Daniella Mancilla Provoste)