Daniel Uribe “El sueño que nació detrás de un alambrado”

Las Heras-, Uribe compartió su reseña tras la danza: «En los años noventa, allá por el ’90 y pico, yo era apenas un adolescente. Un pibe más, curioso, inquieto, sin saber todavía que un día la danza y la cultura iban a marcar mi destino. Me tocó llegar accidentalmente al Festival de Cosquín. En aquel tiempo todavía no existían las tribunas que hoy conocemos; había alambrado y una mística que se respiraba incluso del lado de afuera.
No tenía dinero para pagar una entrada. Así que viví mi primera apertura desde atrás del alambrado. Desde ahí, un lugar humilde, sencillo, pero cargado de magia. Y fue justamente en ese momento cuando escuché el grito de Julio Mahárbiz; “Aquí Cosquín!”, vi los fuegos artificiales encender la noche, sentí el retumbar del himno a Cosquín y observé a los bailarines iluminar el escenario mayor.
Lo que sentí fue indescriptible. Una emoción que me atravesó entero. Nunca me había pasado algo así. Fue en ese instante exacto cuando me dije:
“Ahí quiero estar yo.”
Y sin saberlo, acababa de fijar uno de los sueños más grandes de mi vida.
Catorce años después, ese sueño se cumplió. Me tocó pisar el escenario Atahualpa Yupanqui como bailarín del Ballet Oficial de Cosquín. Uno de esos momentos que marcan para siempre. Uno de esos logros que nacen en silencio, desde atrás de un alambrado, y se concretan con años de trabajo, sacrificio y pasión.
Desde aquel día, fueron muchos los alumnos que pude acompañar hasta aquí. Varias veces volvimos con nuestra escuela, cada una con su emoción particular. Cada viaje fue distinto, cada grupo dejó su huella, cada niño o joven que pisó este escenario volvió transformado.
Hoy me toca estar nuevamente en Cosquín, pero esta vez con un grupo de niños, con los futuros artistas, con los que sueñan como soñé yo. Y sé, con absoluta certeza, que para muchos de ellos este será un antes y un después. Porque Cosquín es un trampolín, una señal, un llamado interior que cambia vidas.
A partir de hoy, su historia será otra.
Y para nosotros, que viajamos por el mundo representando a nuestra Patagonia y a nuestra Argentina, también es fundamental volver a estos lugares que son raíces, que son cimiento, que son esencia de nuestra cultura. Cosquín no es un festival más:
es el escenario más importante del país, el lugar donde late la identidad argentina.
La emoción de estar acá nuevamente es inmensa. Me atraviesa la memoria, el presente y todo lo que vendrá.
Cosquín sigue siendo ese faro que vi por primera vez detrás de un alambrado… y que hoy puedo compartir con mis alumnos, con nuestra institución y con toda la gente que cree en los sueños.

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