Revista científica difunde estudio inédito sobre la gallineta austral en los juncales patagónicos

Santa Cruz-, Durante años, la gallineta chica fue una presencia casi invisible en los humedales patagónicos. Ahora, un estudio en el noroeste de Santa Cruz revela datos inéditos sobre su comportamiento, reproducción y hábitat, y abre nuevas perspectivas para su conservación. En los juncales del noroeste santacruceño, la vida se oculta entre los pastos altos. Hay un canto breve y agudo que a veces se escucha, pero casi nunca se ve. Es la gallineta chica, un ave esquiva que durante años fue apenas un eco entre los humedales. Pero ahora, una investigación del equipo de Parque Patagonia, liderado por Emanuel Galetto, permite conocerla más de cerca y revela información valiosa para su preservación. Publicado recientemente en la revista Acta Zoológica Lilloana, el estudio sobre la gallineta chica (Rallus antarcticus) reúne más de seis años de trabajo en terreno. Con cámaras trampa, técnicas de captura y marcaje, y un seguimiento paciente y constante, el equipo logró recolectar un volumen de datos sin precedentes sobre su biología y ecología. “Es un granito de arena que aporta a asentar las bases de nuevos trabajos que ayuden a la conservación de la especie”, señala Galetto. “Creo que nunca antes se había reunido tanta información sobre la gallineta chica, así que estamos muy contentos”. Dos ciclos reproductivos y un enigma migratorio Una de las revelaciones más destacadas del estudio es que la gallineta chica presenta dos eventos reproductivos por año, uno en primavera y otro en verano. Este hallazgo resulta fundamental para comprender su potencial de recuperación poblacional. “Saber que puede reproducirse dos veces al año permite pensar en estrategias de manejo más efectivas, con mayores probabilidades de éxito en la restauración de su hábitat”, explica Galetto. Aunque aún no está claro si la especie es completamente migratoria o parcialmente residente, el monitoreo permitió detectar que al menos una parte de la población permanece durante el invierno en los juncales del Cañadón Caracoles. “La migración es nuestro próximo desafío. Necesitamos encontrar el método para descifrar este enigma”, dice Galetto. La hipótesis de una migración parcial se basa en registros concretos con cámaras trampa, que muestran que algunos individuos abandonan el sitio y regresan meses después a los mismos territorios. La investigación también ayudó a precisar las condiciones ambientales clave para la especie: humedales sanos, con cobertura vegetal abundante (principalmente juncales), disponibilidad continua de agua y ausencia de especies exóticas. “En los sitios donde se trabajó para controlar especies invasoras, restaurar cauces de agua y recuperar la vegetación nativa, la gallineta chica volvió a aparecer”, resume el conservacionista. La gallineta y los humedales: una relación en riesgo El estudio se desarrolló principalmente en un juncal de la Estación de Campo “El Unco”, en la región del Parque Patagonia, donde el retiro del ganado, la remoción de terraplenes y la recuperación hídrica permitieron ampliar el humedal, de 8 a 22 hectáreas. La respuesta fue evidente: el juncal se llenó de vida y la gallineta volvió a habitarlo, criando a sus pichones y expandiendo su rango. Sin embargo, los riesgos persisten. “La reducción y uso intensivo de los escasos humedales de la Patagonia, sumado a la aparición de especies exóticas, probablemente afecten la supervivencia y reproducción de la especie”, advierte Galetto. En el paper se explica también cómo la depredación por parte del visón americano —una especie invasora— y el sobrepastoreo son amenazas importantes que han provocado la desaparición de la gallineta chica en varias zonas donde antes era común verla. “La gallineta nos está mostrando caminos para cuidar mejor los humedales”, dice Galetto. Silenciosa, esquiva, fantasma de los juncales, es más fácil de oír que de ver. Pero está ahí, en el corazón de un ecosistema en riesgo. Conocerla, entenderla y protegerla no es solo una tarea científica: es también un gesto de compromiso con esos ambientes que todavía nos permiten imaginar futuros posibles.

Koi, la puma que recorrió cientos de kilómetros y volvió a casa

Santa Cruz-, Se llama Koi. Es una puma silvestre que fue marcada con collar satelital en el noroeste de Santa Cruz, dentro del Parque Patagonia. Nació, se asentó, y como tantos otros ejemplares estudiados por el equipo del Programa Patagonia de Rewilding Argentina, comenzó a entregar datos sobre su comportamiento, su dieta y sus recorridos. Lo inesperado fue lo que vino después. La hazaña de Koi sorprendió incluso a quienes llevan años monitoreando a la especie. Y es que, el collar de la hembra seguida por el equipo de Parque Patagonia, que estudia el comportamiento, los desplazamientos y la ecología del puma en la región noroeste de Santa Cruz, marcó un trayecto de más de 400 kilómetros desde la precordillera hasta el mar, ida y vuelta. Koi cruzó campos fiscales y privados, rutas y zonas productivas hasta alcanzar el Atlántico. Y después —contra todas las probabilidades— volvió. Regresó a su territorio original, en la meseta del noroeste, desde donde continúa siendo monitoreada. “Fue una sorpresa total. Un movimiento de esa magnitud no es común, y mucho menos en un ejemplar adulto”, explica José, integrante del equipo de conservación que la sigue desde hace tiempo. “Los pumas suelen dispersarse en su juventud, pero Koi ya tenía su área de acción establecida. Su decisión de ir al mar y volver es algo que todavía estamos tratando de entender”. José agrega: “Su trayecto confirmó algo fundamental: los pumas no se mueven solo dentro de los parques. Usan todo el paisaje, incluso en zonas con presencia humana”. El caso de Koi es parte de un programa de seguimiento a largo plazo que desde 2018 se desarrolla en el Parque Patagonia. Con cámaras trampa, collares GPS en adultos, collares VHF en cachorros y caravanas solares en juveniles. “El objetivo es comprender el valor ecológico del puma como depredador tope”, cuenta la bióloga Mariana Aguas, integrante del equipo científico. “Conocer sus patrones de movimiento, su comportamiento reproductivo, las causas de mortalidad y el uso que hacen del territorio nos ayuda a diseñar estrategias de conservación más ajustadas al contexto de la estepa”. Los datos recabados en estos años revelan una dinámica compleja. Las hembras tienen áreas de acción promedio de más de 36.000 hectáreas, mientras que los machos superan las 113.000, con más de la mitad de ese rango fuera de las áreas protegidas. “Eso nos obliga a pensar la conservación más allá de los límites de un parque”, señala Mariana. “La coexistencia con las actividades humanas es clave para que el puma siga presente”. Cómo se estudia a un puma: ciencia en movimiento La tarea de monitoreo y seguimiento de especies combina tecnología, seguimiento en campo y mucha paciencia. A los adultos se les colocan collares GPS con VHF, que registran una ubicación cada tres horas y permiten seguir sus movimientos casi en tiempo real. Las crías llevan collares más livianos, que se desprenden solos a medida que crecen. Y los juveniles —de al menos seis meses— pueden ser marcados con caravanas GPS en las orejas, que se recargan con energía solar. También se usan cámaras trampa, ubicadas en sitios estratégicos para detectar pasos frecuentes, observar comportamientos maternos o registrar animales que podrían ser marcados. Y cada agrupamiento de puntos del GPS se analiza con recorridas en terreno: se buscan huellas, fecas, pelo, camas, restos de presas. Cada dato ayuda a reconstruir una historia. “Este tipo de monitoreo continuo —explica Mariana Aguas— nos permite detectar patrones de actividad asociados a cambios estacionales, reproducción, dispersión o presión humana. También nos da información sobre dinámicas poblacionales y estrategias de conservación adecuadas al territorio”. Gracias a esta red de seguimiento, fue posible detectar que Koi había salido de su territorio. Y también verla volver. ¿Cómo usan el territorio los pumas? En el Parque Patagonia, el monitoreo con collares GPS a 32 ejemplares adultos permitió reconstruir con precisión sus áreas de acción. “Las hembras tienen un área promedio de 36.043 hectáreas y los machos superan las 113.000”, detalla Mariana. Solo un 41% de ese territorio está dentro del parque. El resto se extiende sobre campos vecinos, lo que evidencia —según Mariana— que “la conservación de la especie tiene que ir más allá de los parques nacionales y reservas privadas para permitir la tolerancia y coexistencia de estos depredadores en la región”. Los machos cubren espacios más amplios en busca de múltiples parejas reproductivas. Las hembras, en cambio, tienden a áreas más estables, aunque “hemos tenido múltiples hembras adultas con cachorros compartiendo gran parte de su área de acción dentro del Parque”. La abundancia de presas nativas, como el guanaco y el choique, también juega un rol importante en esa distribución. Una historia, un símbolo El caso de Koi no es solo un hecho curioso: suma conocimiento clave sobre cómo viven los pumas en esta región y qué necesitan para sobrevivir en libertad. Koi sigue con su collar. Mientras tanto, su historia ya trasciende los gráficos y mapas: se volvió símbolo de una especie que aún conserva el impulso de recorrer, explorar y volver. “Cada caso como el de Koi nos ayuda a conocer mejor cómo viven los pumas en esta región, y cómo podemos protegerlos. Porque conservar una especie como esta no se trata solo de protegerla dentro de un parque, sino de garantizar que pueda existir en el paisaje completo”, dice José.

Turismo con alma: Gina y el arte de guiar en el noroeste de Santa Cruz

Santa Cruz-, Desde Los Antiguos, junto a su compañero y sus hijas, Gina construyó una propuesta de turismo a medida que combina naturaleza, aventura, educación ambiental y productos de la chacra. Experiencias pensadas desde el cuidado, para conectar con el territorio y con uno mismo. Gina es guía, madre, escaladora y anfitriona. Hace años eligió dejar la ciudad para construir, junto a su compañero, un proyecto de vida en la Comarca Lago Buenos Aires. Hoy, desde Los Antiguos, ofrece experiencias de turismo personalizadas donde la naturaleza, el cuidado y el tiempo bien vivido son protagonistas. “Siempre me imaginé vivir en un lugar tranquilo y rodeada de naturaleza”, dice. Lo cuenta con la voz de quien ama lo que hace. Estudió guía de turismo aventura en Buenos Aires y en el último año de carrera conoció a Damián, su compañero. Juntos soñaron un modo de vida en contacto con el entorno. Llegaron a Los Antiguos en 2007, cuando el lugar era todavía un destino sin conocer, y fueron testigos de cómo la zona crecía, empujada por la consolidación de la Comarca Lago Buenos Aires como destino. Primero fue la escalada, cuando creó “una de escuelita de montaña con chicos de Los Antiguos”. Después, un programa educativo con principios scout y, con el tiempo, nació la propuesta que hoy comparten: experiencias de turismo personalizadas, “diseñadas a medida para cada viajero”. “La mejor forma de conservar es querer. Y para querer, primero hay que conocer”. Turismo a tu medida Desde familias que viajan con niños, hasta extranjeros que buscan trekking intenso. Desde quienes quieren escalar por primera vez, hasta quienes necesitan una salida tranquila para contemplar. Gina y Damián se adaptan a cada grupo, y eso se nota desde que se suben a la camioneta. “La excursión empieza cuando arranca el viaje. Si vemos un guanaco, frenamos. Si hay una planta que llama la atención, la mostramos. Todo el recorrido es parte de la experiencia”. El menú también lo organizan con esa lógica. Las meriendas llevan productos regionales, frutas de la chacra, pan casero, alfajores de cereza y dulces hechos por ellos mismos. “Nos gusta llevar un poquito del lugar en el que comemos. Son detalles que hacen ladiferencia” Escalar con vista al cañadón y la comarca como universo Uno de los sitios favoritos es el Portal Cañadón Caracoles, una joya geológica con paredes de piedra, senderos, avistaje de cóndores y áreas ideales para iniciarse en la escalada. “Hacemos lo que llamamos el bautismo de escalada. Suben desde niños hasta adultos que nunca se animaron. Y se van con esa adrenalina linda de haber vencido el miedo de trepar”. Gina también guía en el sitio Cueva de las Manos, patrimonio de la humanidad. Pero lo hace con un enfoque especial: juegos para los más chicos, interpretación del entorno, preguntas abiertas. “No es lo mismo una guiada para un adulto que para un niño. Me encanta mostrarles las especies nativas, explicarles por qué este lugar es único”. Recorrer con Gina es también descubrir cómo se entrelazan los paisajes. Cañadón Pinturas, Ruta 41, bosque andino-patagónico, Monte Zeballos, la meseta del Lago Buenos Aires. Todo forma parte de un territorio que vibra con fuerza propia. “En pocos kilómetros tenés una variedad increíble, por eso me gusta hablar de la comarca Lago Buenos Aires: es un conjunto que no se puede entender por separado. Cada atractivo es como una pata de esa mesa”. En invierno, las propuestas se adaptan: trineos, caminatas en la nieve, meriendas calientes en la montaña. “Queremos que todos puedan conocer la nieve, que no sea una experiencia exclusiva. Hacemos rutas escénicas, nos metemos en el bosque, cambiamos la ropa mojada en unos vestidores portátiles. Es otra forma de vivir la Patagonia”. Conectividad y cuidado Guiar en estas latitudes implica también asumir desafíos: caminos de ripio, largas distancias, falta de señal. Para eso, se equiparon con Starlink, dos cubiertas de repuesto, botiquines, abrigo extra, y comida de más. “La idea es que el turista se desconecte, pero que nosotros estemos conectados. Así, si pasa algo, tenemos plan b y c”. El objetivo es claro: que cada persona se lleve una experiencia auténtica, profundamente conectada con el lugar. “Buscan algo distinto. No una excursión en combo. Quieren tiempo, historia, pausa. Y eso es lo que ofrecemos”. Para más información, pueden seguir su página en Instagram: huellas.aventura.sur

Travesía de los Cañadones: un recorrido entre paisajes y aventura

Santa Cruz-, El Parque Patagonia esconde en su geografía caminos que invitan a conectar con la inmensidad del paisaje. Entre cañadones de piedra rojiza, huellas de antiguos pobladores y el viento como fiel compañero, la Travesía de los Cañadones se convirtió en una experiencia que llevó a los participantes a recorrer los rincones más fascinantes del noroeste santacruceño. Desde el Portal Cañadón Caracoles hasta el Cañadón del Río Pinturas, el recorrido de 20 kilómetros se desplegó como una invitación a descubrir este rincón de la Patagonia desde una perspectiva distinta: un territorio vivo, cargado de historia y biodiversidad. Caminar el paisaje La travesía comenzó temprano en la mañana, en el recientemente abierto al público Portal Caracoles. En el punto de partida, los participantes ajustaron sus mochilas, se calzaron los bastones y emprendieron la caminata por el cañadón., con una primera parada para admirar los fantásticos paredones que nos invitan al gran desafío de la escalada. «La idea de esta travesía es experimentar la Patagonia de otra manera. Interpretar el paisaje, sentir el viento, ver las caprichosas formas en las rocas. Es ponerse en los zapatos de quienes, hace miles de años, recorrían estos mismos senderos con un propósito vital: cazar, recolectar, moverse entre los refugios naturales de los cañadones», explicó Mauro Pratti Rupp, uno de los guías la actividad. El camino, que serpentea entre formaciones geológicas moldeadas por el tiempo, ofreció postales inolvidables en cada tramo. En los paredones, las capas de roca cuentan la historia de un paisaje en constante transformación, mientras que, en el suelo, huellas de guanacos y los rastros de los choiques dan testimonio de la vida silvestre que habita la zona. Valeria Galván, de Caleta Olivia, que también participó de la Travesía, comparte su “Asombro y emoción al encontrar, casi de pronto, esos gigantes de piedra. No me imaginé lo que iba a ver. Fue emocionante, una experiencia espiritual. Algunos cóndores acompañan desde arriba. El camino va acercando nuevos colores y texturas. Lo árido muta en arbustos de calafate, y luego en flores y ríos con sombra de mimbres.” «Lo que hace especial este recorrido es la combinación entre lo imponente del paisaje y la historia que esconde. Hay momentos en los que el silencio te envuelve por completo…”, describe Mauro. Y es que ahí es cuando el viento se vuelve el único sonido. “Es una experiencia sensorial muy fuerte». Un alto en el camino y una llegada con sabor a tradición Luego de 13 km de marcha, el grupo llegó a Puesto de Piedra del Cañadón Pinturas, un antiguo casco de estancia con una arboleda  para descansar y recuperar energías. Entre charlas y mate compartido, la pausa se convirtió en un espacio para reflexionar sobre la experiencia, intercambiar impresiones y disfrutar de la inmensidad del paisaje. «Hay algo en caminar estos territorios que te cambia la forma de ver la Patagonia. Es un espacio que te obliga a reducir el ritmo, a mirar con más atención. Es mucho más que una caminata. Es una forma de habitar el lugar, aunque sea por unas horas». El último tramo llevó a los caminantes a subir el Cañadón por el sendero Bajada de Los Toldos hasta el punto final del recorrido, donde las combis esperaban para trasladar a los participantes hasta, el Planetario. La experiencia se cerró con un broche especial, un guiso de cordero compartido en el Fogón de La Señalada. Después de una jornada así, ese fogón compartido se volvió parte de un ritual” Así es como los 20 kilómetros se convirtieron en una inmersión en la historia y la geografía del Parque Patagonia. Una oportunidad para repensar el vínculo con el entorno y sentir, en cada paso, la inmensidad de la región. Con experiencias como esta, el Parque Patagonia sigue abriendo caminos para conectar a la comunidad con su entorno, invitando a recorrer, sentir y aprender de un paisaje que aún tiene mucho por contar.

Declarado de Interés el programa “Exploradores”

Perito Moreno-, El Concejo Deliberante de Perito Moreno declaró de Interés Municipal el Programa Exploradores de Parque Patagonia, una propuesta educativa y abierta al público que ya transformó las vacaciones de cientos de niños y niñas del noroeste santacruceño. Una carpa, un fogón, un grupo de chicos compartiendo tareas, caminatas, naturaleza. Pero sobre todo, la posibilidad de aprender, convivir, descubrir. Esa es la esencia del Programa Exploradores de Parque Patagonia, una iniciativa impulsada por el equipo de Parque Patagonia, que acaba de ser declarada de interés municipal por el Honorable Concejo Deliberante de Perito Moreno. La propuesta combina actividades educativas, juegos, experiencias de campamento y contacto directo con la naturaleza. Ya lleva más de cinco años creciendo y ganando reconocimiento. “Conozco el programa desde hace mucho tiempo porque mi hijo participó desde muy chico, creo que en una de las primeras ediciones”, contó la concejal Pamela Pessoa, autora del proyecto. “Vi cómo aprendió sobre flora, fauna, cómo compartía sin celular durante varios días, cocinando con otros chicos. Cuando vi lo que están haciendo ahora con la escalada, sentí que era momento de acompañar desde mi rol”, explicó. Otro dato no menos importante, es que la declaración fue aprobada por unanimidad, lo que para la concejal representó “una alegría inmensa”, porque demuestra un reconocimiento de toda la comunidad y “es una forma de poner en valor lo que hace Parque Patagonia para nuestra comunidad”. Hace pocos días, cuatro de los cinco concejales de la localidad participaron del primer día de escalada en el Portal Cañadón Caracoles. “Fue emocionante ver la actividad desde adentro. Muchos niños no conocían estos lugares y gracias al programa han podido vivir una experiencia transformadora”, agregó. Aprender en comunidad, vivir la naturaleza Durante el último año, más de 2.000 niños y niñas participaron en actividades educativas del programa. En el verano se realizaron 11 campamentos, con 125 participantes en total. Muchos visitaron por primera vez el Parque Patagonia, y otros vivieron su primera experiencia de acampe. La propuesta creció sostenidamente y en cinco años, la participación se triplicó. “Lo que hace diferente al Programa Exploradores es el enorme valor humano del equipo. Acompañan, enseñan, cocinan con los chicos. Entre todos juntan leña, aprenden a convivir sin distinciones ni exigencias”, explicó Pessoa. Además del tradicional esquema de campamento, el programa incorporó novedades como la escalada en roca y un encuentro exclusivo para chicas. También amplió su alcance territorial: comenzó en Perito Moreno, se extendió a Los Antiguos, Lago Posadas, Pico Truncado y Bajo Caracoles, y ahora busca llegar a Las Heras y otras localidades del norte santacruceño. Desde la Subsecretaría de Turismo de Los Antiguos también destacaron la propuesta. Daiana Díaz, responsable del área, agradeció “al personal de Parque Patagonia y al grupo de exploradores por la gran experiencia vivida durante el verano. Los niños antigüenses quedaron más que contentos, replicaron lo vivido en sus casas y sentimos que queda mucho por hacer juntos todavía”. Una propuesta para crecer La concejal Pessoa considera que estos espacios tienen un valor educativo y social inmenso. “Muchos chicos no pudieron salir de vacaciones, pero gracias a este programa pudieron vivir una aventura hermosa. Por eso creo que se tiene que seguir apoyando, que se integre a la agenda educativa, cultural y turística, y esta declaración es una forma de que más personas lo conozcan”. Mientras tanto, las mochilas se siguen cargando con linternas, cantimploras y ganas de aprender. El Programa Exploradores sigue creciendo, y con él, también lo hace la red de vínculos que une territorio, naturaleza y comunidad.

El regreso del coipo: señales de vida en los humedales de la estepa

Santa Cruz-, Gracias al trabajo de restauración en Parque Patagonia, una especie tímida, pero esencial, retoma su lugar en el paisaje. En silencio, este roedor semiacuático teje conexiones casi imperceptibles que sostienen la vida en los juncales. Su historia es también la de un ecosistema que se reconstruye paso a paso. Pesa hasta 9 kilos, tiene el cuerpo cubierto por un denso pelaje impermeable y una cola larga que lo acompaña mientras nada en los cauces fríos del sur. El coipo o nutria criolla (Myocastor coypus) es un roedor semiacuático nativo, esquivo y silencioso, que vuelve a habitar los humedales de la región gracias al trabajo de restauración que se lleva adelante en el noroeste santacruceño. «En Parque Patagonia Argentina, tanto en el Río Pinturas como en el Cañadón Caracoles, se los encuentra en cuerpos de agua permanentes o semipermanentes, con vegetación palustre y pastizales húmedos», explica Emanuel Jaquier, integrante del equipo de conservación del parque. Los juncos, las totoras y los bordes encharcados de los cursos de agua son su lugar en el mundo. El coipo, a través de su modo de vida, sus desplazamientos y hasta sus hábitos de descanso, va transformando su entorno. Y es por eso que Emanuel dice que “podríamos decir que es un arquitecto, un jardinero». Al alimentarse y moverse entre la vegetación, va creando pasillos dentro del juncal que otras especies utilizan para protegerse o desplazarse. También ayuda al flujo del agua, evitando su estancamiento y mejorando su calidad. Además, sus madrigueras y plataformas construidas con restos de vegetación son aprovechadas por aves o pequeños roedores para hacer sus nidos. “El coipo es un indicador de la salud del humedal —destaca—, por lo que su recuperación y reintroducción son fundamentales para lograr ecosistemas completos y funcionales”. Restauración activa En 2021, luego de años sin registros, se realizó una traslocación de ocho ejemplares en el Unco, dentro del Cañadón Caracoles. Provenían del Cañadón Deseado. Desde entonces, la población ha ido en aumento. En 2024, se identificaron al menos 15 individuos marcados y el nacimiento de 10 crías hacia octubre. Se espera una segunda camada en abril, como ya ocurrió en años anteriores. “Estas acciones van de la mano con la recuperación del ambiente: recanalizamos vertientes, controlamos especies exóticas y desarmamos modificaciones hechas en la época ganadera”, cuenta. También se trasladaron ejemplares al Río Pinturas en dos ocasiones —una en 2022 y otra en 2024—, lo que permitió fortalecer la población en esa zona. Hoy ya se evidencia una mayor presencia del roedor en distintos tramos del río. El monitoreo incluye cámaras trampa, observación directa y capturas breves para su marcaje, que consisten en colocarles microchips subcutáneos para poder identificarlos y hacer un seguimiento no invasivo en el tiempo. Entre los registros más notables, aparece el de un macho que recorrió 32 km río abajo desde el punto de liberación en el Unco, explorando nuevas zonas del ecosistema, y una hembra que, en apenas cinco días, avanzó 8 km siguiendo el curso del agua, y fue registrada cuatro meses después en ese mismo lugar, ya con crías. “Eso demuestra su capacidad para desplazarse grandes distancias y adaptarse a distintas estaciones”, remarca. En los ambientes donde vive el coipo, también se encuentran otras especies. Desde aves acuáticas como patos, gallaretas y cauquenes, hasta especies asociadas al juncal como el tachouri siete colores (una ave pequeña que tiene siete colores en su plumaje), el junquero o la gallineta austral, otra de las especies en las que también trabaja el equipo de conservación del parque. También se acercan a estos humedales los zorros, guanacos y roedores pequeños en busca de agua y alimento. La vida del coipo, como la del humedal mismo, “está sujeta a las amenazas que ponen en riesgo la integridad de los humedales: el sobrepastoreo, la alteración de los cursos de agua y la presencia de especies exóticas como el visón americano”, advierte Jaquier. Por eso, las acciones de restauración deben ser constantes y combinadas: mejorar el hábitat, reducir las amenazas y volver a poblar. Mientras tanto, el coipo sigue ahí: oculto entre los juncos, nadando sin hacer ruido, dejando huellas que no siempre se ven, pero que transforman. Su regreso no es solo una noticia ambiental: es una metáfora concreta de que la naturaleza, cuando se le da una oportunidad, sabe volver.

Exploradores de Parque Patagonia: la aventura que conecta a los jóvenes con la naturaleza

Santa Cruz-, Desde hace tres años, grupos de jóvenes de Perito Moreno, Los Antiguos y Lago Posadas tienen la oportunidad de vivir una experiencia única. A través del Programa Exploradores, impulsado por Rewilding Argentina y Fundación Freyja, niños y niñas de entre 10 y 14 años participan en campamentos que los conectan con el entorno, su historia y la biodiversidad del lugar. El programa Exploradores es un viaje de aprendizaje y descubrimiento. Recorren senderos, identifican especies nativas, aprenden técnicas de orientación y campamento y experimentan la naturaleza en su estado más puro. «Queremos que los chicos y chicas se apropien del territorio, que lo conozcan y lo valoren. Creemos que la conexión con la naturaleza es clave para que las nuevas generaciones se involucren en su conservación”, explica Pablo D’Amico, coordinador del programa. Un vínculo con el territorio El programa Exploradores nació en 2022 con un propósito claro: reconstruir la relación entre los jóvenes y su entorno natural. «Teníamos la certeza de que era necesario recuperar los lazos entre los jóvenes y la naturaleza. Son pilares fundamentales en un proyecto de conservación, porque si ellos no sienten identidad y pertenencia sobre su territorio, difícilmente puedan cuidarlo», señala Pablo. Desde esa premisa, la iniciativa se propuso acercar a chicos y chicas de Perito Moreno, Los Antiguos y Lago Posadas a la flora, la fauna y los paisajes de su propia tierra. «Empezamos por lo más esencial: conocer lo nativo, los comportamientos de la fauna, el paisaje detrás de cada loma. Aprender sobre el cielo, sobre las especies que nos rodean y, sobre todo, vivirlo en primera persona», agrega. La propuesta busca generar conocimiento y fortalecer una conexión emocional y social con la naturaleza, compartir con otros y descubrir juntos. Del Cañadón Pinturas al Cañadón Caracoles: nuevas experiencias Hasta esta temporada, los campamentos se realizaban en el Cañadón del Río Pinturas, pero con la apertura del Portal Cañadón Caracoles, el programa sumó una actividad novedosa: la escalada en roca. Con más de 80 vías habilitadas, esta práctica se convirtió en una herramienta educativa que fomenta la confianza, la concentración y la observación. «Más allá del desafío físico, la escalada permite desarrollar la autoconfianza, la paciencia y el trabajo en equipo. Es un recurso pedagógico increíble que suma una dimensión nueva a la experiencia Exploradores”, cuenta Pablo. En el campamento, además, los chicos y chicas aprenden sobre la fauna y flora del parque, la historia geológica y arqueológica de la región y las estrategias de conservación que se llevan adelante. Otro de los grandes aprendizajes es la orientación en la naturaleza. «Los antiguos pobladores utilizaban el sol, la luna y las estrellas para guiarse. También observaban los cerros, los ciclos de las plantas y otros indicadores naturales que les permitían saber en qué momento del año estaban, cuándo era el tiempo de cosechar o de mover el ganado», explica Pablo. Hoy, esas técnicas se combinan con herramientas modernas como mapas, brújulas, GPS y hasta la geolocalización satelital de los teléfonos. «Este conocimiento nos permite hacer un paralelismo entre los métodos de orientación ancestrales y los actuales, mostrándoles a los chicos cómo evolucionó nuestra relación con el entorno sin perder la esencia de la observación y el respeto por la naturaleza», agrega. Un programa que crece cada año Desde su inicio en 2022, Exploradores de Parque Patagonia no ha dejado de sumar participantes. Esta temporada ha marcado un récord: a mitad del verano, los 12 campamentos programados ya estaban completos. La alta demanda demuestra que la experiencia deja una huella en los jóvenes y sus familias. El impacto del programa se mide en el aprendizaje y la conexión con la naturaleza, y también en las huellas que deja en cada participante. “Que jóvenes de 10 a 14 años, después de vivir tres días en el parque, pregunten cuándo es el próximo campamento, cómo pueden inscribirse de nuevo, es una pauta clara de lo significativa que resulta la experiencia”, cuenta Pablo. «Muchos de ellos vuelven con una vocación renovada: quieren estudiar biología, biología marina, quieren ser profesores o aprender cómo trabajar en un área protegida”, agrega. La experiencia trasciende lo individual y genera lazos que fortalecen a la comunidad. “Los chicos crean amistades muy fuertes. Cuando compartimos un campamento con grupos de diferentes localidades, como Perito Moreno y Los Antiguos, después nos enteramos de que hay intercambios, que viajan de un pueblo a otro para visitarse, para compartir. Es muy lindo ver cómo esta conexión con la naturaleza también teje redes entre ellos”. Y ese entusiasmo se contagia, porque “cada familia que tiene un hijo o hija que pasó por Exploradores, vuelve al parque”, asegura. Lo visitan para recorrer un sendero, para ver el planetario o simplemente para conocer ese espacio donde sus hijos vivieron una experiencia transformadora. En este sentido, el programa educa y emociona, al tiempo que refuerza el vínculo entre la comunidad y el parque, sembrando semillas para futuras generaciones de guardianes de la naturaleza. Cómo participar Cada año, más jóvenes descubren en Exploradores una forma de conocer, jugar y aprender en contacto con la naturaleza. Una experiencia que deja recuerdos imborrables y fortalece el vínculo entre las nuevas generaciones y el territorio que habitan. El Programa Exploradores está dirigido a niños y niñas de 10 a 14 años de Perito Moreno, Los Antiguos y Lago Posadas. Las inscripciones se realizan a través del 297 – 5925266.

El regreso de la escalada en el Cañadón Caracoles

Santa Cruz-, El Encuentro de Escalada en el Portal Cañadón Caracoles marcó el regreso esperado a un escenario que promete instalarse con fuerza como uno de los destinos claves para la escalada en el noroeste santacruceño. La luna llena iluminando el paisaje nocturno de los inmensos paredones de roca fue el cierre de tres jornadas inolvidables, que celebraron la reapertura del Cañadón Caracoles con cuerdas, mosquetones y abrazos compartidos entre comunidades. El Club Andino Pari Aike de Perito Moreno se conformó hace muchos años. “Éramos un grupo de amigos motivados por la escalada, que soñábamos con que más personas pudieran conocer este mágico lugar”, cuenta Ariel Obregón, uno de los integrantes del club. “Con la invitación del parque a retomar la actividad, nos motivamos para organizar este primer encuentro”. La convocatoria superó todas las expectativas. Escaladores y escaladoras llegaron desde Los Antiguos, Lago Posadas, El Chaltén, Caleta Olivia, Puerto Deseado y Río Gallegos. También participaron personas de otras provincias y hasta de otros países. “El clima acompañó: con buenas temperaturas y sin viento, fueron tres días espectaculares de escalada y de compartir con los demás”, recuerda Ariel. La reapertura del Cañadón Caracoles, impulsada por el equipo de Parque Patagonia, habilitó nuevas oportunidades para fortalecer el vínculo entre la escalada y la conservación. Durante las jornadas, guías del Club Pari Aike brindaron bautismos de escalada para todas las edades, acompañando a quienes se animaban a la roca por primera vez. Además, hubo charlas, clases de yoga, estiramientos y un cierre inolvidable: “Compartimos un almuerzo con corderos, parrillada y opciones para quienes no comen carne, y como broche final, la luna llena iluminando el cañadón fue perfecto”, dice Ariel. Desde el Parque Patagonia, Rocío Navarro —responsable de Comunidades— subraya la importancia de este tipo de propuestas: “Desde el parque decidimos acompañar esta actividad porque entendemos que las experiencias significativas en la naturaleza, como escalar, pueden fortalecer el vínculo con el territorio. Y ese vínculo es clave para cuidar. Este encuentro fue una oportunidad para tender puentes entre quienes aman este lugar y quienes lo cuidan desde la gestión. Ver a tanta gente en armonía disfrutando del Cañadón, nos confirma que vamos por buen camino”. Un campamento al pie de la roca El Portal Cañadón Caracoles cuenta hoy con infraestructura para disfrutar del turismo de naturaleza: un centro de informes para orientar a los visitantes, baños secos, provisión de agua, parcelas de acampe con mesas y un entorno que invita a quedarse. “Es un lugar mágico. Ver cómo se reflejan los rayos del sol en los paredones, la vegetación, los animales… es una experiencia única. Y para los escaladores, tener la zona de campamento a unos metros de las vías es un lujo”, destaca Ariel. La integración de la escalada al Parque Patagonia es una apuesta por ampliar las posibilidades del turismo de naturaleza, con una mirada sustentable. “Con esta propuesta se abarca otro sector de visitantes, gente que viene específicamente a escalar. Y la comunidad escaladora es muy respetuosa del entorno, su estilo de vida está vinculado con el cuidado y la preservación del ambiente”, agrega. Una guía para llegar más alto Una de las herramientas clave para fomentar la actividad fue la creación de una guía de escalada —o “los topos”, como se conocen en la jerga—. Este material ofrece información técnica de cada vía: nombre, dificultad, ubicación y equipo necesario. “La primera guía digital fue realizada por Santiago Scavolini, un guía de escalada que dejó ese gran aporte. Para la actualización de la guía, Juan Carlos Sepúlveda y Maximiliano Castillo, integrantes del club y creadores de muchas de las vías, sumaron información y desde el parque lo complementaron con otros datos de importancia”, cuenta Ariel. Rocío Navarro suma una mirada que une deporte y conservación: “Queríamos que la guía fuera más que un mapa de rutas: que ayude a quienes escalan a comprender el valor ambiental del lugar donde están. La escalada puede ser una gran aliada de la conservación. Sabemos que quienes practican este deporte ya tienen una conexión fuerte con la naturaleza, así que nuestra intención es sumar información que potencie ese vínculo y los invite a formar parte activa de la restauración del humedal. Que juntos podamos reparar, colaborar en el proceso de recuperación de un ecosistema que estuvo muy afectado. Que cada visita deje algo más que huellas en la roca, sino también una acción concreta: como sembrar un junco, cuidar una vertiente o simplemente hablar con otros sobre lo valioso que es este lugar”. La guía de escalada está disponible en formato digital en la web de Parque Patagonia Argentina ( www.parquepatagoniaargentina.org

La historia de una voluntaria que dejó su huella en la Patagonia

Santa Cruz-, Para Ilona, la Patagonia era un sueño lejano, un destino que había imaginado, pero que nunca pensó recorrer con binoculares en mano, siguiendo los rastros de un puma o instalando cámaras trampa en la base de un farallón. Desde Nueva Caledonia hasta El Unco, su viaje fue mucho más que un traslado geográfico: fue una inmersión en la naturaleza salvaje y en la ciencia aplicada a la conservación. Llegó a Parque Patagonia como voluntaria en el Proyecto de Rewilding Argentina, con la intención de completar su maestría en Ciencias de la Sostenibilidad y Cambio Climático. Pero lo que encontró fue una vivencia que la transformó por completo. «Siempre supe que quería dedicarme a la protección de la naturaleza, pero esta experiencia me mostró que no solo es posible, sino que es urgente y necesario», cuenta Ilona Da Cruz Gerngross En el noroeste de Santa Cruz, donde la inmensidad de la estepa se funde con cañadones milenarios, hay un rincón donde la ciencia y la naturaleza se encuentran. Hablamos de El Unco, una de las bases del Proyecto Patagonia de Rewilding Argentina. Un espacio donde cada día se escriben historias de conservación. «Siempre quise conocer la Patagonia. Descubrí el programa de voluntariado y supe que este era el lugar donde quería estar», comienza contando Ilona, quien llegó a Argentina para realizar una pasantía de dos meses que completara su maestría. Su entusiasmo era tan grande que, antes de recibir la confirmación, soñó que era aceptada en el proyecto. A la mañana siguiente, el mensaje con la invitación oficial la esperaba en su bandeja de entrada. La vida en El Unco estuvo lejos de la rutina. Desde el amanecer hasta la caída del sol, Ilona trabajó en el monitoreo de fauna silvestre, rastreando pumas, gatos del pajonal, chinchillones anaranjados, choiques y coipos. Junto a otros voluntarios y técnicos, utilizó antenas VHF para seguir sus movimientos y evaluar la salud de los ecosistemas. «Algunas jornadas comenzaban alimentando a los animales en rehabilitación. Luego salíamos al campo a monitorear especies y cambiar las tarjetas de memoria de las cámaras trampa», explica. Otros días, el foco estaba en capturas y procedimientos veterinarios para colocar collares de seguimiento. Pero más allá del trabajo, hubo algo que la marcó profundamente: el entorno. «Los atardeceres dorados sobre la estepa, los guanacos moviéndose en el horizonte, la sensación de ser parte de algo mucho más grande. La Patagonia es única». Un encuentro con el puma y el poder del viento patagónico Uno de los momentos más inolvidables para Ilona fue ver a un puma en su hábitat natural. «Es difícil explicar lo que se siente al estar frente a un animal tan imponente en su propio territorio», cuenta. También recuerda con cariño a Ñanco, un aguilucho común caído del nido al que ayudaron a recuperar. Pero si hay algo que no olvidará jamás es su primer contacto con el viento patagónico. «Me habían advertido, pero hasta que no lo vivís, no lo entendés. Un día fuimos a rastrear gatos del pajonal y el viento nos empujaba hacia atrás. Entre la arena en los ojos y la risa, fue una locura». Más que un voluntariado, una confirmación de su futuro La experiencia en El Unco le reafirmó que su camino está en la conservación y restauración ecológica. Ahora, busca sumar conocimientos en distintas áreas para trabajar en la gestión sostenible de los recursos naturales y la protección de ecosistemas frágiles. «Lo más impresionante fue ver cómo en pocos años, con esfuerzos de conservación, la biodiversidad está regresando. Esto demuestra que sí, podemos hacer algo para revertir la crisis ambiental». Cuando le preguntan cómo describiría la Patagonia, Ilona no duda: «Tremenda inmensidad». Pero también sabe que es imposible resumirla en solo dos palabras: «Cuando vuelva a Francia, hablaré de la Patagonia hasta que me pidan que pare… pero creo que nadie se cansa de la Patagonia».

“Desafío Monte León”: 120 corredores compitieron en el Parque Nacional

Santa Cruz-, El domingo se realizó la tercera edición de una carrera por senderos que unen la estepa patagónica y el mar. El Parque Nacional Monte León como centro de una propuesta que conjuga turismo, deporte y el desarrollo de emprendedores. El Parque Nacional Monte León fue sede, por tercera vez consecutiva, de una de las carreras de senderismo más importantes de la provincia. Hubo circuitos de 6 y 12 kilómetros y participaron más de cien corredores, en su mayoría santacruceños. Año a año, “Desafío Monte León” viene ganando terreno como una opción para hacer turismo, deporte y pasar un buen momento en la naturaleza. Es que correr por la estepa patagónica y la costa marina es una propuesta sin igual que es única del Parque Nacional Monte León. Así lo demuestran los santacruceños que han demostrado vocación por ocupar espacios y ampliar la matriz turística de estos destinos muchas veces desestimados incluso por los propios patagónicos. Cómo es correr un Trail en el corazón costero de la provincia y qué dificultades afrontan los organizadores de este tipo de propuestas. Federico y Juan son socios en Patagones Eventos Deportivos, un emprendimiento santacruceño con el que vienen trabajando hace tres años en organización de eventos de todo tipo: deportivos, charlas, capacitaciones, en la provincia de Santa Cruz. Es el tercer año consecutivo en el que se hace esta carrera dentro del Parque. Una carrera de Cross o de Trail, “como se dice en la jerga, son trayectos que se transitan por senderos, muy distinta a una carrera de calle, como puede pasar en una ciudad. Acá hay parte del circuito que es por la playa, otra por ripio o por senderos que a veces están marcados, pero otras no. Es decir, tienen cierta dificultad, pero que son para toda la familia, no son técnicos”. Las aclaraciones las hace Federico, que explicó la experiencia del Trail en Monte León. ¿Qué nivel de dificultad tenía en particular este? Él asegura que era únicamente por la actividad deportiva, “Fueron 12 kilómetros con subidas, pero no con dificultad técnica, sino que hay que estar preparado para hacer esa cantidad de kilómetros. La idea es que sean circuitos y recorridos para que la gente los pueda disfrutar” , explica sobre la propuesta. Esta edición contó  con 120 corredores y corredoras, “Lo que tiene de lindo este tipo de eventos es que suele haber mucha gente que acompaña a un familiar, a un amigo, a la pareja, entonces son jornadas donde el Parque recibe mucha gente. Para nosotros las carreras son ideales para conocer estos lugares hermosos que tenemos en la Patagonia”. Lo que cuenta Federico se conoce como Turismo Deportivo que no es otra cosa que promover actividades para dar a conocer lugares y que ganen visibilidad en el mapa argentino, no solo para estas disciplinas, sino para el público en general. La actividad en un Parque Nacional como Monte León tiene condiciones como la cantidad de corredores que pueden participar. “siempre hay un cupo que está autorizado por parte de las autoridades y hay que respetarlo – aclara el organizador–. Primero se establece un cupo y a partir de ahí se empieza el armado de las remeras, de los kits y demás. Monte León es ideal para esta competición porque es de muy fácil acceso desde la ruta, así que pueden llegar en el día y quedar a acampar”. Federico opina que este boom del Trail running o del Cross “siempre llega un poco más tarde que en las grandes ciudades”, pero que es una actividad que genera mucho movimiento, mucho interés, “nosotros lo que intentamos con Patagones es justamente trabajar en lugares donde se pueda apuntar al turismo deportivo, es decir que la gente quiera conocer lugares de la provincia a través del deporte”. Las posibilidades que ofrece la Patagonia en general y la provincia de Santa Cruz son variadas. “Tuvimos la posibilidad de trabajar en Parque Nacional Bosque Petrificados, que es mucho más complejo para acceder y la mayoría de la gente lo conoce por esta actividad. Después vuelven”, explica. Y es que la organización de estos eventos también busca “poner en valor este tipo de lugares que tienen una belleza espectacular, atrayendo desde la actividad deportiva, pero que después se aproveche también para pasar el día, compartir con amigos y demás”. Estas propuestas van de la mano y acompañan una tendencia en la que patagónicos y patagónicas se animan a dejar de estar encerrados, ponerle la cara al viento, a su clima cambiante y disfrutar ese entorno que por mucho tiempo se ha considerado hostil. “Esta edición de “Desafío Monte León” tuvimos muchísima suerte con un día de 22, 23° que le dio un valor agregado. Otra experiencias, como en Gregores o en Puerto Deseado, tuvimos días horribles, pero la gente igual va porque no es un condicionante. Es decir, uno está predispuesto a esas cosas y para parte de la gente que practica el Trail es un condimento extra: la lluvia o la nieve, etcetera. Si te toca correr con un clima hostil en la ciudad no lo disfrutas tanto, pero en este tipo de senderos sí”. Receptivos a las ideas No es fácil organizar una movida como esta en lugar como un Parque Nacional. Más allá de los informes técnicos, y los estudios pertinentes para calcular el impacto que tiene hacer correr a más de 100 personas entre los senderos de un territorio protegido, también está la disposición de las autoridades como factor clave. Federico remarca esto y opina que “tenemos la suerte de trabajar con Mariela Gauna, Intendenta del Parque Monte León, que está con la cabeza puesta en este tipo de eventos, que entienden que es un público que de otra forma quizás no se acercaría y que a través del turismo deportivo sí”. Por otro lado, también participa de la organización los municipios de Piedra Buena y de Puerto Santa Cruz, que también acompañan con la parte logística, ambulancia, salud y recursos humanos que acompañan también …