Más de 2400 glaciares fertilizan la meseta patagónica de Santa Cruz

Nacionales-, BAJADA: La provincias de Santa Cruz y de Tierra del Fuego reúnen una gran parte de la superficie helada argentina por fuera de la Antártida. Cuidarlos asegura la biodiversidad y la vida de las poblaciones de sus cuencas. Preservarlos es urgente. Los glaciares constituyen componentes cruciales de muchos sistemas hidrológicos de montaña y son reconocidos a nivel mundial como “reservas estratégicas” de agua. Argentina posee 16.968 glaciares, 16.078 en los Andes y 890 en las islas del Atlántico Sur. La superficie total es de 8.484 km2, 2715 de los cuales están en las Islas Georgias y Sandwich. Los Andes del Sur (+ Chile) ocupan la 7ma posición mundial en superficie de glaciares. Siete millones de habitantes viven en las 1800 localidades emplazadas en las 36 cuencas hídricas alimentadas por glaciares ubicadas en las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Los datos se desprenden del Inventario Nacional de Glaciares, un estudio realizado por el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA),dependiente del Conicet, la Universidad Nacional de Cuyo y del Gobierno de la Provincia de Mendoza con la coordinación del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación. El resultado del relevamiento se condensó en el “Atlas de glaciares de la Argentina”. “Los glaciares son masas de hielo y nieve formados por compactación de la nieve. Cuando adquieren un espesor de algunas decenas de metros, fluyen hacia abajo por efecto de la gravedad. Técnicamente, son una masa que se mueve, y se puede separar del terreno que lo rodea que es estable”, explicó Pierre Pitte, investigador asistente de Conicet, Dr. en Ciencias Geológicas y Lic. en Geografía. “Uno de los efectos fundamentales de los glaciares es la regulación de los caudales de los ríos de montaña. Acumulan agua en forma de nieve y hielo durante los períodos húmedos y fríos y la liberan en los períodos secos y cálidos”, dijo Pitte. “A escala anual, esto implica que acumulan agua en invierno y la liberan en verano, cuando la demanda de los ecosistemas y de las actividades humanas es mayor. A escala interanual, acumulan agua en años nevadores y la liberan en años de sequía, de nuevo cuando la demanda es crítica. A una escala menor, regulan la temperatura del agua y, por lo tanto, la posición en los ríos de buena parte de la cadena trófica acuática (cadena alimenticia acuática)”, agregó. Son además elementos emblemáticos del paisaje, que por sus funciones como reguladores hídricos, su belleza y atractivo turístico, generan numerosos beneficios e ingresos significativos para las economías regionales y nacionales. Los cuerpos de hielo también constituyen excelentes laboratorios naturales para estudios científicos de diversa índole, y ocupan un lugar destacado a nivel mundial como indicadores de cambios climáticos pasados y presentes. En efecto, el rápido retroceso de los glaciares en los Andes y otras regiones montañosas del mundo es considerado como uno de los signos más claros del calentamiento que ha experimentado el planeta en las últimas décadas. Santa Cruz, tierra de glaciares Las provincias con mayor cantidad de glaciares en áreas naturales protegidas son Santa Cruz (98%), Río Negro (90%) y Neuquén (83%). Con 3.421 km², la masa helada que se forma en la provincia de Santa Cruz representa casi el 60% de la superficie glaciar de la zona andina de la Argentina, y con 2.420 unidades, posee el 15% del número del total de estas geoformas. La superficie media de los glaciares alcanza los 1,4 km2, muy por encima de las del resto de las regiones. Los glaciares de mayor tamaño de la región y del país son el Viedma (977 km2), seguido por el Upsala (785 km2) y el famoso Perito Moreno (244 km2). El total de la superficie de hielo equivale a 17 veces la ciudad de Buenos Aires. Son seis cuencas que nacen en glaciares: la de los ríos Deseado,Chico,Mayer, Santa Cruz, Vizcachas y Coig, y la de los lagos Buenos Aires-Pueyrredón, y Lago San Martín. En cuanto a cobertura de glaciares por cuenca, en la del río Santa Cruz se relevaron 3.052 km2 con presencia de hielo, mientras que en la del río Coig sólo se identificaron 0,3 km2. La cuenca del río Santa Cruz tiene el 89 % del hielo de toda la región y el 53 % del hielo andino del país. En ella se encuentran los glaciares de mayor tamaño de la Argentina y la mayor parte se ubica dentro del Parque Nacional Los Glaciares. Más del 50% de la población provincial vive en alguna de las cuencas: más de 117.000 habitantes que desarrollan distintas actividades económicas que van desde el turismo, la pesca, la explotación forestal, el cultivo frutícola, la cría de ganado bovino hasta la minería. “A diferencia de lo que sucede en otros países andinos como Perú, Ecuador y Bolivia, en Argentina hay muy poca población que reside de forma permanente cerca de los glaciares. Por este motivo, la conciencia de los cambios que están ocurriendo y sus consecuencias es menor que en otros países Andinos. No obstante, desde la sanción de la Ley de Protección de Glaciares (26.639) el tema está en la agenda pública”, resaltó Pierre Pitte. El retroceso generalizado de los glaciares responde al Cambio Ambiental Global y, en particular, al Calentamiento Global provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero producidas fundamentalmente por la quema de combustibles fósiles. El aumento de la temperatura media en el último siglo fue cercano a 1°C, pero fue dos o tres veces mayor en algunas zonas de los Andes. Esto implica que la isoterma de 0°C, que define la zona por encima de la cual las temperaturas medias anuales son negativas, ha subido cientos de metros de desnivel, exponiendo mayor proporción del área de los glaciares al derretimiento. Para el investigador del Conicet, está comprobado que “todas las actividades humanas generan impactos. Con una adecuada consideración, estos pueden reducirse o mitigarse pero nunca se eliminan”. Sin embargo, …

Proyecto Conservación Cóndor Andino: honrar la vida

Nacionales-, El programa desarrollado en la Argentina logró aumentar la población de cóndores en Suramérica. Tres décadas de una tarea con reconocimiento internacional y con mucho que hacer por el ave no marina más grande del mundo. “Vigía del horizonte, centinela del silencio”. Así describe el poeta y cantautor santacruceño Eduardo Guajardo al antiguo habitante suramericano. Su porte gallardo y elegante, su brillante plumaje blanco y negro y el “collar” de plumas blancas alrededor de la base del cuello hacen del Cóndor Andino un verdadero “Emperador de los Andes”. Se los puede encontrar desde Venezuela hasta Tierra del Fuego, a lo largo de los 7500 kms de la cordillera de los Andes. Solemos relacionar su nombre con esos paisajes andinos. Pero también habita en la precordillera de San Luis, Córdoba y parte de las sierras pampeanas. Junto con el Águila y el Puma, el manke o mañke (cóndor en mapudungun) es uno de los de mayor rango entre los animales sagrados de los pueblos originarios de la región. Uno de los pilares del programa es facilitar la reproducción. “Tienen una bajísima tasa reproductiva. Alcanzan la madurez sexual a los 9 años y tienen una cría cada 2 o 3 años. Trabajamos en lo que es la reproducción y eso nos permitió criar 75 pichones, un récord mundial sin antecedentes. Lo interesante es que el 100% de los pájaros que criamos son para reintroducir en ambientes naturales”, remarcó Jácome. En convenio con los ministerios de Ambiente, se generaron cuatro centros de rehabilitación: el Ecoparque de la ciudad de Buenos Aires, Temaiken en Escobar, otro en la localidad de San Carlos y en el Ecoparque de la capital provincial, ambos en Mendoza. La rehabilitación primaria se hace en la provincia donde se lo rescata. Una vez estabilizado, el ejemplar es trasladado a alguno de los centros donde completan su rehabilitación. Los que se rehabilitan vuelven al ambiente natural y los que no se pueden liberar, forman parte de los programas de reproducción. Aunando voluntades El trabajo realizado en esta vida de 30 años dedicada a los cóndores ha logrado reconocimiento a nivel mundial. Un ejemplo de esto es que la Sociedad Zoológica de Londres ha elegido la reintroducción de cóndores en la costa argentina para ilustrar la tapa de su último libro de reintroducción de fauna silvestre. Sin embargo, todo este esfuerzo parecería convertirse en nada cuando ves que se mueren cientos de cóndores envenenados por cebos tóxicos. “Empezó a pasar en 2017. Muertes masivas en Jujuy, Mendoza, Patagonia, en todo el país. Nos quedamos helados porque no teníamos experiencia con eso. Nos pasó por arriba, es un tsunami para la conservación del Cóndor. Cuando aparece el primer caso en Rinconada, Jujuy, con la muerte de 19 cóndores, nosotros lo denunciamos en la Unidad Fiscal para la Investigación de Delitos contra el Medio Ambiente (UFIMA), en las Ministerio y Direcciones de Ambiente de las provincias, de Nación, Consejo Federal de Medio Ambiente (Cofema), Senasa. Seguimos sosteniendo el tema y para cuando fue el caso de Mendoza, la opinión pública tomó conciencia de que esto estaba pasando.” Frente a esto, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación junto a la Fundación Bioandina Argentina, contando con la adhesión de las autoridades provinciales de Ambiente y el apoyo de instituciones y actores relevantes de la sociedad, crearon la Estrategia Nacional contra el uso de Cebos Tóxicos (ENCT). Cuenta con líneas de acción que implican la entrega de Kits de urgencia a las autoridades provinciales, equipados con elementos de bioseguridad, instrumentos para la toma de muestras y saneamiento ambiental y estudios toxicológicos con los que es posible detectar y diferenciar los tóxicos utilizados. Además desarrollan campañas educativas y encuestas a pobladores rurales, lo que brinda valiosa información para comprender mejor la relación que establecen con la vida silvestre y los conflictos que deben superar en sus prácticas productivas. (Daniella Mancilla Provoste)